Lunes, 21 de Noviembre de 2011 08:34
Osmar Laffita
Capdevila, La Habana (PD) El déficit de vivienda en Cuba, de acuerdo a
las informaciones dadas a conocer hace cinco años por el Instituto
Nacional de la Vivienda, era de 500 000 casas.
Como el deterioro no se ha detenido y las reparaciones brillan por su
ausencia, en estos momentos la carencia de inmuebles es más terrible.
A lo anterior hay que sumar las miles de casas destruidas o dejadas en
muy mal estado por los efectos devastadores de los tres huracanes que
hace tres años asolaron el país. De acuerdo a reportes conservadores,
cerca de un 70% continúan a la espera de que se construyan o se reparen.
La ministra de Comercio Interior, Mary Blanca Ortega Barredo, en un
encuentro con la prensa, planteó que desde que se liberó la venta de
materiales de la construcción, por toda una suma de deficiencias, en
estos nueve meses se han vendido 14 360 000 dólares, lo que representa
el 31,9% de la cifra fijada a recaudar de enero a septiembre.
En un falso mensaje, la ministra Ortega Barredo dejó claro que todos
pueden comprar los materiales que necesitan, pero como no estaba en el
guión, omitió referir que la mayoría de los trabajadores cubanos
devengan unos 22 dólares mensuales, y que con ese dinero ni pensar
asomarse a los sitios donde venden los materiales de construcción.
Ese atraso en las ventas es motivado entre otras causas por la inestable
entrega de materiales y por los elevados precios de los productos. La
llegada de estos productos ha mejorado, no así sus precios, lo que ha
que motivado que en la mayoría de las provincias, las ventas no hayan
rebasado el 40% de su plan anual.
Los productos de mayor demanda son bloques, ladrillos, gravillas, arena,
polvo piedra, recebo y cemento. Los compran los que tienen dinero.
Cuando llegan los productos, duran menos de una hora.
Los cables eléctricos, muebles sanitarios, herrajes, tejas de
asbesto-cemento y azulejos para revestir baños y cocinas, si bien tienen
gran demanda, tienen muy poca salida por sus inalcanzables precios.
De acuerdo al valor de estos materiales, construir una casa por esfuerzo
propio puede costar como mínimo unos 8 000 dólares, algo que solo está
al alcance de aquellos que tengan a 90 millas familiares trasformados de
gusanos en mariposas -los que ayer eran calificados de traidores, hoy
son los "trae dólares".
Aquellos que no tienen la posibilidad de recibir remesas del exterior,
si no se produce un milagro, hacinados, continuarán resignados a que
las goteras les destruyan los muebles y las camas, a contemplar
impávidos como la casa le cae encima.
Para la gran mayoría de los cubanos es ese su aterrador futuro, por que
con el mísero salario que devengan ni pensar en levantar tan siquiera
los cimientos de su futura casa y menos aun disponerse a comprar una
casa, ahora que el Decreto Ley 288, después de 50 años, lo autoriza.
Los gobernantes cubanos, concientes de esta realidad, se resisten a
aplicar, como en China y Vietnam, la exitosa economía socialista de
mercado que les posibilitó salvar su particular socialismo.
A diferencia de los dirigentes de los partidos comunista de esos dos
países, los gobernantes cubanos aplican los lineamientos aprobados por
el VI Congreso, de hacer un socialismo sin subsidios y un
proto-capitalismo sin capital.
La población rechaza los impopulares precios de venta de los materiales
de la construcción, regidos por las leyes de mercado de oferta y
demanda, que no se corresponden con las del socialismo que se aplica en
Cuba, típicamente voluntarista, donde la posibilidad de ganar de acuerdo
a los se produce no existe.
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