12-05-2011.
Jaime Leygonier
Hablemos Press
(www.miscelaneasdecuba.net).- La Habana. En los años 40, Cuba poseía un
pujante movimiento sindical que logró de patronos y gobiernos contratos
muy favorables y leyes de protección para el obrero. Pero cuando Fidel
Castro "conquistó el poder para el pueblo trabajador" centralizó y
destruyó el sindicalismo.
Los años 90 marcaron la destrucción total de la legislación que aún
protegía a los trabajadores: Para alentar las inversiones de
capitalistas extranjeros en un "paraíso" de trabajadores sin derechos
cuya mano de obra les alquila el Estado, quien cobra por ellos buenos
dólares y les paga con migajas de papel pintado.
Uno de los sindicatos más poderosos fue el de la Compañía Cubana de
Teléfonos, perteneciente al monopolio I. T. T. Co. (Internacional
Telefonic and Telegraf Company) en tiempos de la República y bajo la
dictadura de Batista (1952-1958) quien comenzó a centralizar y dominar
el sindicalismo y a quien sustituyó Castro para completar absolutamente
la destrucción sindical.
En los años 40 obtuvo ventajosos contratos de trabajo para los
telefónicos, con altos salarios, la abolición de la prohibición de
casarse las operadoras; e, inteligentemente, la directiva de la Compañía
no fue remisa a crear para sus empleados las mejores condiciones de trabajo.
En los años 50 los telefónicos eran obreros satisfechos con gran
sentimiento de pertenencia a su grupo, y "el hogar" de esa "familia
telefónica" era el Club de la playa de Guanabo -en el pueblo de veraneo
a pocos 32 kilómetros al este de La Habana.
El club era una construcción de dos plantas en forma de letra "C" sobre
la playa de arena natural, a unos 100 metros del mar, estructura recia
con más ventanales y persianas que paredes, restaurant, taquillas o
vestidores para hombres, para mujeres, bar, enfermería, parque infantil,
gimnasio y cuartos pequeños con literas para cuatro personas donde
alquilaba toda una familia por $3 pesos cubanos la noche, y era rentable.
En verano, los sábados y domingos el sindicato proporcionaba un servicio
de ómnibus desde su sede en la calle Águila, aunque muchos trabajadores
poseían automóviles.
En el club se conocieron en 1949 mis padres: Jaime Emilio Leygonier,
operario A de la planta de Águila, del sistema "paso a paso", y Dulce
María Fernández, operadora, luego supervisora; se casaron en 1951, y
allí, en el mar, antes de tener uso de razón aprendí a nadar colgado de
sus brazos y yendo de una al otro.
Mis padres, con buenos salarios, jamás viajaron al acostumbrado fin de
semana en Miami, ni por la Isla, porque Guanabo y su Club Telefónico a
par de horas del hogar eran su paraíso en todas las vacaciones, al
extremo de que mi padre cuando falleció el 2 de noviembre del 2010 me
dejó como su última voluntad que cremara su cuerpo y esparciera allí sus
cenizas.
Al tomar Fidel Castro el poder "provisionalmente" en 1959, fomentó en
nombre del llamado a "la unidad" la división del pueblo -y, por
supuesto, del movimiento sindical- atizando envidias y odios "de clase"
y aupando al poder a arribistas comunistas. (Que habían aportado desde
los años 40 combativos líderes sindicales pero bajo la zarpa de Castro
perdieron todo mérito cuando recibieron cargos).
La directiva telefónica no era comunista, su sindicato fue acusado de
"sectario" y los telefónicos de "privilegiados", "aristocracia obrera"
de espaldas a la unidad del movimiento sindical.
Cuando Castro lanzó a principios de los 60 su consigna demagógica de
"entregar las playas al pueblo y acabar con los privilegios de la
burguesía" confiscando los clubes privados concentrados casi todos en
las playas artificiales de Marianao en La Habana, el secretario del
sindicato telefónico, trató de adelantarse y de librar a su sindicato de
acusaciones.
Y convenció a los telefónicos para que, antes de que se lo confiscaran,
"donaran voluntariamente" al Gobierno su club de Guanabo.
Algunos sindicatos conservaron sus clubes y Castro no se los confiscó,
otros, como "bancarios" y "contadores", los perdieron y hoy son hoteles
para extranjeros.
Por otra parte el estado jamás supo dar un buen uso social al edificio
del Club telefónico que abandonó al deterioro hasta convertirlo desde
hace décadas en una ruina.
Queda en pie (y tal vez reparable) la firme estructura -casi a prueba de
mar y de Castros-, las persianas, vidrieras, puertas, marcos, baldosas y
ladrillos fueron robados poco a poco, muchos espacios de vidrieras y
ventanas los tapiaron con bloques y se los roban ahora.
Aclaro que en todo país hay calles comerciales, barrios y edificios
sociales que se arruinan, pero por surgimiento de nuevas edificaciones y
urbanizaciones hacia las que se desplaza el publico y ese no es el caso
de Cuba arruinada por abolir leyes económicas indispensables para
conservar la civilización en el nivel que tenía al triunfo de Castro.
Es general el grave deterioro de todos los edificios de clubes sociales
confiscados en los 60 y los pocos balnearios nuevos fueron hechos en los
90 como burbujas de cristal para un turismo extranjero apartado del
pueblo sin derecho a tales instalaciones por peculiar apartheid cubano.
Una explotación irracional de la arena para emplearla en construcciones,
en Guanabo la demolición por orden de Fidel Castro de la línea de casas
más cercana a la costa contaminando con sus escombros la arena y en
todas el abandono de su cuidado, deterioró también las playas naturales,
que han perdido de 30 a 50 metros con avance del mar (de ello culpan
ahora al cambio climático global).
Estas notas, las fotos de antaño y las actuales que a fines de noviembre
del 2010 disparé desde el mismo ángulo que las viejas -el día que eché
al mar las cenizas de mi padre- sirvan de homenaje a aquellos
trabajadores, hoy ancianos o fallecidos, que supieron asociarse para
construir, sufrieron el despojo de lo que construyeron y vieron al
Estado -que muchos apoyaban- destruir estúpidamente su Club, su país.
Y destruir sagazmente el pujante sindicato telefónico y el movimiento
obrero cubano.
Estas ruinas son prueba y símbolo de la esencia destructora de
civilización de este Régimen.
Nota: Esta información con otras fotos fue publicada con más amplitud
por el Centro de Información Hablemos Press a fines de noviembre del
2010 en "La destrucción de las playas naturales de La Habana".
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=32267