Peligro entre las ruinas
Miércoles, Octubre 26, 2011 | Por Leonel Alberto P. Belette
LA HABANA, Cuba, octubre, www.cubanet.org – Luego de casi una semana de
continuas lluvias, con la salida del sol, el peligro de los derrumbes se
multiplica en muchas de las vetustas edificaciones de esta ciudad. El
riesgo para la vida no sólo está latente en los inmuebles habitados,
sino también entre las ruinas ya deshabitadas.
Luego de que el gobierno, como parte de su política de reformas,
concediera permiso a los particulares para la reparación, remodelación,
o edificación de viviendas, se disparó la demanda de los insumos
empleados en la construcción, y el déficit de materiales fundamentales
ha elevado los precios de los mismos. Como resultado, familias enteras
acuden a las ruinas de los muchos edificios derrumbados o demolidos, que
abundan en la ciudad, en busca de ladrillos, azulejos, madera y recebo
para reciclarlos, utilizándolos en sus propias construcciones o
revendiéndolos.
Pude ver como, forzada por la necesidad, una familia completa extraía
materiales de las ruinas de un inmueble, en la intercepción de calle 17
y Avenida de los Presidentes, justo frente a lo que en tiempos mejores
para nuestra nación fuera el prestigioso colegio privado Baldor. En una
operación coordinada, los hombres trepaban con mandarrias a los pisos
superiores, las mujeres limpiaban los bloques extraídos, eliminando los
restos de cemento, los niños, de menos de 10 años, movían el tamiz para
extraer el sustitutivo de la arena y el polvo de piedra y otros jóvenes
transportaban el botín en carretillas improvisadas.
En la esquina de las calles Aramburu y San Rafael, contiguo a la
dirección policial de tránsito del superpoblado barrio Centro Habana,
algunos vecinos parecían acróbatas circenses desafiando la muerte al
deslizarse entre cabillas y paredes de un edificio al borde del
derrumbe, para conseguir algunos de estos materiales. Las autoridades
habían evacuado a los residentes del lugar, declarado inhabitable, y
ordenado la demolición del inmueble, pero la brigada encargada de
derrumbarlo solo ejecutó parcialmente la tarea. Muy cerca, en las calles
Concordia y Escobar ocurría algo similar, tras un desplome.
La escena, que se ha vuelto común, se repite en casi toda la ciudad. Muy
a menudo estos enclaves, además de convertirse en peligrosísimos centros
de reciclaje, se transforman en áreas de juego para niños, incapaces de
calcular el peligro que corren debido a la falta de responsabilidad de
sus padres, y también del Estado.
Peor aún, al quedar mal demolidos, o ser demolidos solo a medias, las
ruinas de estos inmuebles se convierten también en trampas mortales para
algunos que, apremiados por la falta de viviendas, no encuentran más
solución que buscar refugio entre las ruinas, haciendo de ellas sus
casas. Hace ya tiempo cubrí una noticia de un grupo de personas sin
hogar que, buscando abrigo, ocuparon un inmueble declarado inhabitable
en la céntrica calle Prado; para calentarse se les ocurrió preparar una
fogata directamente sobre el húmedo piso, provocando el colapso el
inmueble de tres plantas, que resultó en que cuatro personas perdieran
la vida.
La irresponsabilidad gubernamental al asumir las demoliciones no es algo
nuevo; hace unos años, en el espacio que hoy ocupa el salón de boxeo Kid
Chocolate, contiguo al cine Payret, tras una deficiente labor de
demolición del antiguo edificio, vecinos y empleados de entidades
estatales entraron al lugar para extraer materiales de construcción,
usando hasta una mini buldócer en la operación. Golpearon una pared de
carga, provocando un derrumbe que dejó un elevado saldo de muertes.
Después de medio siglo de total desidia estatal y de prohibir además a
los particulares acometer tareas de construcción de inmuebles, gran
parte de las antiguas edificaciones de los barrios más céntricos y
populosos de la ciudad, que datan del siglo XIX y primera mitad del XX,
presenta un marcado deterioro y ofrece peligro de derrumbe. Al
triunfar la revolución, en enero de 1959, la construcción de nuevas
viviendas prácticamente se paralizó en todo el país, y a pesar del
constante flujo de emigrantes y la baja natalidad, en el medio siglo
transcurrido la población cubana se ha duplicado, lo cual ha creado una
profunda crisis habitacional, con un déficit que se calcula entre 600
mil y un millón de viviendas, en un país con una población de alrededor
de 12 millones.
Según fuentes confiables, que piden el anonimato, el número de derrumbes
parciales ha aumentado significativamente durante los últimos días,
debido a las persistentes lluvias torrenciales que han caído sobre la
capital.
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