Viernes, Diciembre 30, 2011 | Por Leonardo Calvo Cardenas
LA HABANA, Cuba, diciembre, www.cubanet.org -En las tórridas y húmedas
noches habaneras es ya normal ver como un nutrido grupo de indigentes
buscan acomodo y protección en el pequeño parque que flanquea la
estación de policía de la populosa calle Zanja, en las inmediaciones del
barrio chino del municipio Centro Habana.
Varios de los "homeless" que ya pululan por la ciudad han escogido este
lugar para pasar sus noches, después de deambular todo el día en busca
de algo que les garantice el sustento, en una ciudad que se torna cada
vez más compleja, dura y agresiva, incluso para los habaneros que
vivimos una vida normal.
Para muchos cubanos el cada vez más recurrente espectáculo de los
indigentes en las calles, significa algo tan nuevo como impactante.
Durante largo tiempo esa imagen estaba solo reservada a viejas revistas
del "bochornoso pasado capitalista" o a reportajes de otros países. En
décadas pasadas la imagen más cercana a un indigente en La Habana fue la
del "Caballero de Paris", ese pintoresco y desaliñado andariego que sin
perder su dignidad recorría calles principales y alimentaba su leyenda
como un símbolo de La Habana tradicional.
Sin embargo en los últimos tiempos, a medida que desaparecen las
llamadas "gratuidades", los barrios más populosos de la capital se van
llenando de limosneros, indigentes y desamparados que se convierten en
una imagen recurrente y conmovedora que retrata y refleja la
depauperación y la desesperanza en que se va sumiendo la sociedad
cubana, tan polarizada que en la misma ciudad podemos encontrar personas
que pagan cientos de dólares por un perro y come bien todos los días y
otras que carecen de un techo para cobijarse; algo muy diferente a lo
que nos prometió el "paraíso socialista" hasta hace poco.
Algunos menesterosos de los que pernoctan en el parquecito de la
estación de la calle Zanja al preguntarles por qué habían escogido ese
lugar para pasar sus noches, aseguraron que se habían situado cerca de
la policía para sentirse protegidos ante los frecuentes ataques de
grupos de adolescentes, vándalos o parranderos, que se divierten
molestándolos, agrediéndolos o haciéndole maldades.
Las autoridades cubanas en ocasiones hacen recogidas de estos
menesterosos y los recluyen temporalmente en un recinto conocido como
"La Colonia", en el municipio Boyeros, donde los mantienen en contra de
su voluntad y pierden temporalmente su libertad de movimiento. Este
lugar genera rechazo generalizado en los desamparados habaneros.
A todas luces, el gobierno cubano no tiene respuesta para este mal
social que crece a paso rápido, a medida que se profundiza la crisis
social, y hiere la sensibilidad de muchas personas. A pesar de que los
máximos líderes persisten en decir que en Cuba ningún ciudadano queda
desamparado, la realidad cotidiana demuestra lo contrario; la crisis
estructural e irreversible del modelo socialista que pretendieron
imponernos por la fuerza, acrecienta la polarización social y ha
convertido a la indigencia en un espectáculo abundante y deprimente en
las calles de nuestra ciudad.
Son muchos los espacios públicos citadinos que cada noche se convierten
en cobijo de indigentes y desamparados. Acercándose al recinto policial
los indigentes del parquecito de Zanja pueden conseguir una coyuntural
tranquilidad nocturna, pero no podrán escapar de los rigores de una
sociedad en crisis que, después de prometernos durante cinco décadas un
paraíso de igualdad y abundancia, cada día lanza a más cubanos al abismo
de la miseria, el desamparo y la desesperanza.