Para Erami el albergue no es una opción
"Vienen a mi casa como si visitaran una ruina; pero nadie resuelve nada.
Creo que voy a empezar a cobrar la visita"
jueves, julio 2, 2015 | Ernesto Aquino
LA HABANA, Cuba. -Un número creciente de familias cubanas viven en
condiciones de extremo peligro, por el deterioro de sus viviendas o
albergues y las condiciones de insalubridad en las que viven.
Erami Cuba García, vecino de Calle Yumurí número 24, entre Cervantes y
Estrella en el municipio Arroyo Naranjo de La Habana, es un jubilado que
laboró durante más de 40 años como chófer de ómnibus.
Las paredes y el techo de la casa de Cuba García se han ido deteriorando
poco a poco. "En todas las reuniones del CDR (Comité de Defensa de la
Revolución) yo planteaba la necesidad de que me asignaran materiales
para reparar mi vivienda. Solicité ayuda a otras instancias del
gobierno, pero fue inútil." El techo de madera, que no ha aguantado más,
se derrumbó parcialmente hace más de dos años.
El anciano de 73 años explicó que "desde que se me cayó el techo, hace
dos años, he acudido decenas de veces al CDR, la Dirección Municipal de
la Vivienda, al delegado del Poder Popular, al gobierno municipal, pero
nadita de nada. Es como si yo fuera invisible".
Según el testimonio de Cuba García, luego de que se le derrumbó el
techo, ha recibido visitas de trabajadores sociales o funcionarios de la
Dirección Municipal de la Vivienda: "Vienen a mi casa como si visitaran
una ruina; pero nadie resuelve nada. Creo que voy a empezar a cobrar la
visita, a lo mejor así, con lo que recaude, va y puedo arreglar un poco
la casa, porque con mi pensión mensual de 200 pesos (8 dólares), no me
da ni para la canasta básica."
La posibilidad de un albergue no es una opción para Cuba García, quien
asegura que incluso en las precarias condiciones en las que se encuentra
ahora mismo, está a mejor resguardo que viviendo en uno de los albergues
de La Habana. "Mira, conseguir que te resuelvan un albergue no es cosa
fácil; pero, además, la mayoría de las veces el remedio es peor que la
enfermedad, y si usted quiere comprobarlo lléguese por el 'Albergue Las
Delicias', ubicado en Calle 6ta. entre C y D, Reparto Mantilla, aquí en
el municipio Arroyo Naranjo, y ya me dirá."
Source: Para Erami el albergue no es una opción | Cubanet -
http://www.cubanet.org/mas-noticias/para-erami-el-albergue-no-es-una-opcion/
Cuba need lacks adequate housing for it's people. Over 880,000 (official data 07/2017) houses need extensive repairs or have to be built. Houses could only be "exchanged" until recently. Now they can be sold. Often houses are impounded for "infractions". People that leave the country illegally lose their property rights. This site highlights the plight of Cubans. La vivienda: problema Cubana
Friday, July 3, 2015
Thursday, July 2, 2015
Asesinar por una vivienda
Asesinar por una vivienda
Se incrementan los hechos de sangre al interior de las familias, muchos
relacionados con los derechos de propiedades
miércoles, julio 1, 2015 | Ernesto Pérez Chang
LA HABANA, Cuba. -Una hija asesinó a la madre, la desmembró con la ayuda
del novio y luego la dio por desaparecida para poder heredar el humilde
apartamento en un barrio marginal donde ambas vivían. Pareciera la trama
de una película de terror pero es una historia real que conmovió hace
apenas un año a la comunidad del Reparto Eléctrico.
No era la primera vez que yo escuchaba una noticia tan escalofriante
como aquella, sin embargo, más que la consanguinidad entre la víctima y
la homicida, el móvil del asesinato era lo que acentuaba el absurdo, lo
demencial, mucho más cuando en las calles, mientras se comentaba el
crimen, surgían anécdotas igual de perturbadoras sobre conflictos
familiares relacionados con las dificultades para agenciarse un lugar
donde vivir.
Antes y después de aquel sangriento episodio, supe de otros similares y,
según asegura Orlando Asdrúbal, abogado que ha seguido varios casos en
el municipio Arroyo Naranjo, se incrementan los hechos de sangre al
interior de las familias, todos relacionados con los derechos de
propiedad de las viviendas.
Aunque siempre no arrojan desenlaces fatales, este tipo de litigios
ocupa casi la mitad de los casos que se ventilan en los juzgados:
"Hermanos contra hermanos, hijos contra los padres, y siempre es por un
cuarto, por heredar un bajareque, un terrenito, por cuatro pesos.
Demasiada violencia, eso es lo que trae la pobreza cuando no tiene
remedio y la desesperación. Ese es uno de los platos fuertes de los
tribunales cubanos. Cuatro de cada diez casos tienen que ver con la
vivienda", afirma Orlando.
Amado Ibáñez, vecino de Centro Habana, con decenas de anécdotas nos
ilustra cómo cada vez son más frecuentes los hechos de sangre
relacionados con la vivienda donde están involucrados familiares que han
compartido el mismo espacio durante años: "Por aquí mismo, en esta
calle, todos los días hay una trifulca y para nada tienen que ver con
pandillas ni con la droga ni la guapería, esas son las menos frecuentes.
La mayoría son por un hermano que quiere botar a otro de la casa o por
un chiquillo que quiere dividir un cuarto que es del padre o del tío, y
todo eso es a veces a machete limpio".
Sucesos violentos como esos a los que se refiere Amado son los que, por
tremebundos, llegan a oídos de todos. Sin embargo, existen otros que
pasan inadvertidos debido a su carácter cotidiano, más en el actual
ambiente político-económico donde los ancianos son clasificados como una
carga social, como un obstáculo para el desarrollo, aunque,
paradójicamente, ese discursillo subliminar provenga del discurso de
nuestros ancianos gobernantes.
Por los testimonios que uno puede escuchar en la calle, de boca de
vecinos, amigos y colegas de trabajo se puede intuir que en Cuba muchas
personas ancianas, cuyo único bien heredable es el humilde hogar
familiar, mueren víctimas de lo que pudieran ser considerados como
"asesinatos solapados", la mayoría de las veces a manos de sus propios
descendientes.
Hace poco, mientras viajaba en un ómnibus, pude escuchar la conversación
de dos mujeres. Una le contaba a la otra sobre lo tormentoso que era
compartir la casa con el anciano padre, que sufría de una diabetes muy
avanzada y de episodios de demencia senil. Mientras una detallaba las
cosas que hacía o dejaba de hacer para acelerar el fallecimiento del
enfermo (lo dejaba solo durante la noche, lo alimentaba con una dieta no
adecuada y hasta dejaba de administrarle los medicamentos), la otra, sin
asombros, aconsejaba sobre los trámites que debía hacer para declararlo
incompetente, ingresarlo en una institución de salud y heredar la
propiedad que era simplemente un pequeño apartamento de una sola pieza.
La macabra operación era narrada a viva voz como si se tratara de un
inofensivo plan para exterminar cucarachas.
Más cercano a mi ámbito personal, he conocido de vecinos que han
fallecido en el más cruel abandono por parte de los familiares sin que
ninguna institución gubernamental se ocupe de investigar en profundidad
lo sucedido, y sin que exista un mecanismo legal para denunciar estos
casos en que se intuye que, tras la supuesta negligencia, se esconden
verdaderos actos de asesinato premeditado.
Un médico del policlínico del Reparto Eléctrico, del que nos reservamos
su identidad, asegura que en los últimos años han aumentado los casos de
muertes de ancianos o personas enfermas por indolencia de los familiares
y que, debido al poco interés que muestran las instituciones que
debieran atender este fenómeno, resulta muy difícil evitar estas
tragedias: "No hay modo de saber si el familiar está actuando por
ignorancia o si la mala atención es a propósito. Yo siempre me inclino
por lo segundo. Si, como familiar, te haces responsable de un enfermo,
debes hacer las cosas tal como el médico te indica, pero es que al final
no puedes reclamarles nada porque ni los hospitales ni los asilos son
capaces de brindar una atención mejor. (…) Yo he tenido varios casos
donde es evidente que ha habido un asesinato, ¿pero cómo lo pruebo? Y no
solo eso, ¿cómo sé que me van a hacer caso en la policía? Y lo peor, me
busco que vengan y me den cuatro puñaladas por acusar de algo que no
puedo probar rotundamente. (…) Yo he tenido muchas experiencias pero no
necesito ser médico para vivirlas todos los días. Por ejemplo, en el
mismo edificio donde vivo. Una vecina, no muy mayor, después de un
accidente cerebro-vascular quedó con una parálisis parcial que le
impedía caminar. Con unas sesiones de fisioterapia y una atención más o
menos buena la señora hubiera levantado, pero la hija no hizo nada. La
tenía tirada en una cama y ni se preocupaba por darle comida. Murió a
los pocos meses. Yo que vivo ahí, y sé que todos los días había peleas
por el apartamento, sé que a la mujer la dejaron morir, que vieron la
oportunidad de resolver el asunto de ese modo, al final, nadie
investiga. (…) Para el gobierno es un viejo menos y otro problema de
vivienda resuelto".
De los testimonios que uno escucha a diario en nuestro entorno, se
constata con horror que el móvil de tales actos aberrantes no es heredar
inestimables bienes raíces sino de apoderarse de un pequeño espacio para
vivir en un país donde contar con un techo, por modesto que sea, es cosa
de afortunados y, en los modos de conseguirlo, muchos no suelen
involucrar la piedad.
Las dificultades para adquirir una vivienda en Cuba no son comparables
con ninguna otra realidad y ha ido creando fenómenos bien complejos
donde la corrupción de los funcionarios, los astronómicos precios de
venta o los condicionamientos políticos para alcanzar la asignación de
un lugar donde vivir, prácticamente no son problemas al compararlos con
las tragedias que ha ocasionado al interior de las familias o con la
pérdida de los valores morales y la degradación de los sentimientos
humanos a niveles de lo monstruoso.
Source: Asesinar por una vivienda | Cubanet -
http://www.cubanet.org/destacados/asesinar-por-una-vivienda/
Se incrementan los hechos de sangre al interior de las familias, muchos
relacionados con los derechos de propiedades
miércoles, julio 1, 2015 | Ernesto Pérez Chang
LA HABANA, Cuba. -Una hija asesinó a la madre, la desmembró con la ayuda
del novio y luego la dio por desaparecida para poder heredar el humilde
apartamento en un barrio marginal donde ambas vivían. Pareciera la trama
de una película de terror pero es una historia real que conmovió hace
apenas un año a la comunidad del Reparto Eléctrico.
No era la primera vez que yo escuchaba una noticia tan escalofriante
como aquella, sin embargo, más que la consanguinidad entre la víctima y
la homicida, el móvil del asesinato era lo que acentuaba el absurdo, lo
demencial, mucho más cuando en las calles, mientras se comentaba el
crimen, surgían anécdotas igual de perturbadoras sobre conflictos
familiares relacionados con las dificultades para agenciarse un lugar
donde vivir.
Antes y después de aquel sangriento episodio, supe de otros similares y,
según asegura Orlando Asdrúbal, abogado que ha seguido varios casos en
el municipio Arroyo Naranjo, se incrementan los hechos de sangre al
interior de las familias, todos relacionados con los derechos de
propiedad de las viviendas.
Aunque siempre no arrojan desenlaces fatales, este tipo de litigios
ocupa casi la mitad de los casos que se ventilan en los juzgados:
"Hermanos contra hermanos, hijos contra los padres, y siempre es por un
cuarto, por heredar un bajareque, un terrenito, por cuatro pesos.
Demasiada violencia, eso es lo que trae la pobreza cuando no tiene
remedio y la desesperación. Ese es uno de los platos fuertes de los
tribunales cubanos. Cuatro de cada diez casos tienen que ver con la
vivienda", afirma Orlando.
Amado Ibáñez, vecino de Centro Habana, con decenas de anécdotas nos
ilustra cómo cada vez son más frecuentes los hechos de sangre
relacionados con la vivienda donde están involucrados familiares que han
compartido el mismo espacio durante años: "Por aquí mismo, en esta
calle, todos los días hay una trifulca y para nada tienen que ver con
pandillas ni con la droga ni la guapería, esas son las menos frecuentes.
La mayoría son por un hermano que quiere botar a otro de la casa o por
un chiquillo que quiere dividir un cuarto que es del padre o del tío, y
todo eso es a veces a machete limpio".
Sucesos violentos como esos a los que se refiere Amado son los que, por
tremebundos, llegan a oídos de todos. Sin embargo, existen otros que
pasan inadvertidos debido a su carácter cotidiano, más en el actual
ambiente político-económico donde los ancianos son clasificados como una
carga social, como un obstáculo para el desarrollo, aunque,
paradójicamente, ese discursillo subliminar provenga del discurso de
nuestros ancianos gobernantes.
Por los testimonios que uno puede escuchar en la calle, de boca de
vecinos, amigos y colegas de trabajo se puede intuir que en Cuba muchas
personas ancianas, cuyo único bien heredable es el humilde hogar
familiar, mueren víctimas de lo que pudieran ser considerados como
"asesinatos solapados", la mayoría de las veces a manos de sus propios
descendientes.
Hace poco, mientras viajaba en un ómnibus, pude escuchar la conversación
de dos mujeres. Una le contaba a la otra sobre lo tormentoso que era
compartir la casa con el anciano padre, que sufría de una diabetes muy
avanzada y de episodios de demencia senil. Mientras una detallaba las
cosas que hacía o dejaba de hacer para acelerar el fallecimiento del
enfermo (lo dejaba solo durante la noche, lo alimentaba con una dieta no
adecuada y hasta dejaba de administrarle los medicamentos), la otra, sin
asombros, aconsejaba sobre los trámites que debía hacer para declararlo
incompetente, ingresarlo en una institución de salud y heredar la
propiedad que era simplemente un pequeño apartamento de una sola pieza.
La macabra operación era narrada a viva voz como si se tratara de un
inofensivo plan para exterminar cucarachas.
Más cercano a mi ámbito personal, he conocido de vecinos que han
fallecido en el más cruel abandono por parte de los familiares sin que
ninguna institución gubernamental se ocupe de investigar en profundidad
lo sucedido, y sin que exista un mecanismo legal para denunciar estos
casos en que se intuye que, tras la supuesta negligencia, se esconden
verdaderos actos de asesinato premeditado.
Un médico del policlínico del Reparto Eléctrico, del que nos reservamos
su identidad, asegura que en los últimos años han aumentado los casos de
muertes de ancianos o personas enfermas por indolencia de los familiares
y que, debido al poco interés que muestran las instituciones que
debieran atender este fenómeno, resulta muy difícil evitar estas
tragedias: "No hay modo de saber si el familiar está actuando por
ignorancia o si la mala atención es a propósito. Yo siempre me inclino
por lo segundo. Si, como familiar, te haces responsable de un enfermo,
debes hacer las cosas tal como el médico te indica, pero es que al final
no puedes reclamarles nada porque ni los hospitales ni los asilos son
capaces de brindar una atención mejor. (…) Yo he tenido varios casos
donde es evidente que ha habido un asesinato, ¿pero cómo lo pruebo? Y no
solo eso, ¿cómo sé que me van a hacer caso en la policía? Y lo peor, me
busco que vengan y me den cuatro puñaladas por acusar de algo que no
puedo probar rotundamente. (…) Yo he tenido muchas experiencias pero no
necesito ser médico para vivirlas todos los días. Por ejemplo, en el
mismo edificio donde vivo. Una vecina, no muy mayor, después de un
accidente cerebro-vascular quedó con una parálisis parcial que le
impedía caminar. Con unas sesiones de fisioterapia y una atención más o
menos buena la señora hubiera levantado, pero la hija no hizo nada. La
tenía tirada en una cama y ni se preocupaba por darle comida. Murió a
los pocos meses. Yo que vivo ahí, y sé que todos los días había peleas
por el apartamento, sé que a la mujer la dejaron morir, que vieron la
oportunidad de resolver el asunto de ese modo, al final, nadie
investiga. (…) Para el gobierno es un viejo menos y otro problema de
vivienda resuelto".
De los testimonios que uno escucha a diario en nuestro entorno, se
constata con horror que el móvil de tales actos aberrantes no es heredar
inestimables bienes raíces sino de apoderarse de un pequeño espacio para
vivir en un país donde contar con un techo, por modesto que sea, es cosa
de afortunados y, en los modos de conseguirlo, muchos no suelen
involucrar la piedad.
Las dificultades para adquirir una vivienda en Cuba no son comparables
con ninguna otra realidad y ha ido creando fenómenos bien complejos
donde la corrupción de los funcionarios, los astronómicos precios de
venta o los condicionamientos políticos para alcanzar la asignación de
un lugar donde vivir, prácticamente no son problemas al compararlos con
las tragedias que ha ocasionado al interior de las familias o con la
pérdida de los valores morales y la degradación de los sentimientos
humanos a niveles de lo monstruoso.
Source: Asesinar por una vivienda | Cubanet -
http://www.cubanet.org/destacados/asesinar-por-una-vivienda/
Wednesday, July 1, 2015
Monday, June 29, 2015
Revolución de casonas y cajones
Revolución de casonas y cajones
Los que habitamos en los suburbios o en la ciudad del hacinamiento y los
puntales, nos sentimos intrusos, casi como cucarachas, al deambular por
ciertas zonas de Miramar
lunes, junio 29, 2015 | Luis Cino Álvarez
LA HABANA, Cuba. – Luego de Guantanamera, una de las canciones más
conocidas del repertorio de Pete Seeger fue Little Boxes (Los
cajoncitos). La compuso Malvina Reynolds en 1963, inspirada en las
interminables filas de casitas idénticas, como pequeños cajones, en los
suburbios de San Francisco.
Sobre la canción, explicaba Pete Seeger: "La maquinaria nos dice a
todos, capitalistas o comunistas, que si queremos casas baratas, las
tenemos que aceptar como ellos las hacen, rectangulares, como cajoncitos".
En la Unión Soviética, a mediados de los 60, fue muy popular su versión
en ruso, "Dachki, dachki".
En Cuba fue muy conocida, a inicios de los años 70, la versión del
cantautor chileno Víctor Jara, titulada "Las casitas del barrio alto",
una irónica crónica sobre la vida en los barrios aristocráticos de
Santiago de Chile en los tiempos que precedieron al golpe militar contra
el gobierno de Allende.
Se me ocurre que en Cuba también podría haber versiones de Little Boxes.
Pudiera estar inspirada en los edificios-cajones de cinco pisos en
Alamar, San Agustín, el Reparto Eléctrico y otras decenas de feos e
incómodos barrios de micro-brigadas repartidos por todo el país. Los
mismos edificios de tosca arquitectura estalinista que florecieron bajo
el socialismo real en Moscú, Varsovia o Bucarest, para que se hacinara
en ellos el proletariado.
Los moradores de los edificios de microbrigadas tuvieron que esperar
años -en algunos casos más de 10-, trabajando como esclavos, doce horas
diarias y dos domingos al mes, amén de las horas voluntarias, para que
el gobierno, tras una asamblea de análisis, chantaje, chivatería y
sacadera de trapos sucios, les concediera la gracia de habitarlas. Ahora
son acosados por los inspectores, con multas y amenazas, para que
demuelan las ampliaciones y demás modificaciones que se vieron obligados
a hacer cuando crecieron las familias y los apartamentos les resultaron
pequeños para albergarlos.
Otra versión podría titularse "Las casitas congeladitas" y aludir a las
mansiones de Miramar, Cubanacán, Biltmore, las llamadas zonas
congeladas, los barrios altos de la elite castrista, que no tendrá buen
gusto ni clase, pero sí dinero, ínfulas y apego al poder.
Las casonas fueron arrebatadas a la burguesía derrotada. Amplias y con
jardines bien cuidados, protegidas por sofisticados sistemas de
seguridad, feroces perros, alimentados con carne y no con fideos y
boniato, como los nuestros, elevadas cercas y arbustos espinosos, para
que nadie atisbe en sus vidas privilegiadas y con aire acondicionado.
A la élite no le gusta codearse con el proletariado si no es al son de
las consignas, en la Plaza de la Revolución o en las votaciones para
delegados del Poder Popular.
Las zonas congeladas contrastan con el resto de la ciudad que se
derrumba y apesta. En Biltmore y Miramar no se acumula la basura, no hay
baches ni salideros de aguas albañales, el césped es atendido y las
fachadas siempre están recién pintadas.
Por sus calles circulan carros modernos, la gente viste ropas de marca y
su piel no es cetrina, qué va a serlo, si se alimentan bien, y para
ejercitarse, trotan cada mañana por Quinta Avenida.
En algunas casas de Miramar o Nuevo Vedado (Biltmore y Cubanacán son
totalmente inaccesibles) viven elementos extraños. Se nota en el
deterioro de sus viviendas, en la falta de pintura. Las habitan
rezagados del pasado, venidos a menos y otros advenedizos. Son las
moscas en el vaso de leche, cuidadosamente vigiladas por la PNR (Policía
Nacional Revolucionaria), Seguridad del Estado y sus chivatos, para que
no cometan indisciplinas sociales u otras conductas impropias de las que
tanto disgustan a la nueva clase.
Los que habitamos en los suburbios o en la ciudad del hacinamiento y los
puntales, nos sentimos intrusos, casi como cucarachas, al deambular por
ciertas zonas de Miramar o entrar en algunas de sus bien surtidas y
carísimas tiendas, y ver el recelo y el desprecio con que nos miran los
de la castro-burguesía.
La élite se apresta a negociar su reconversión al capitalismo, siempre
que sea a su manera. Si no fuese así, está dispuesta a hundirnos en el
mar, como dijo cierto cantautor millonario, por "la gloria que se ha
vivido". Sus casonas y privilegios, su modo de vida, son parte de esa
gloria y no la menos importante.
luicino2012@gmail.com
Source: Revolución de casonas y cajones | Cubanet -
http://www.cubanet.org/opiniones/revolucion-de-casonas-y-cajones/
Los que habitamos en los suburbios o en la ciudad del hacinamiento y los
puntales, nos sentimos intrusos, casi como cucarachas, al deambular por
ciertas zonas de Miramar
lunes, junio 29, 2015 | Luis Cino Álvarez
LA HABANA, Cuba. – Luego de Guantanamera, una de las canciones más
conocidas del repertorio de Pete Seeger fue Little Boxes (Los
cajoncitos). La compuso Malvina Reynolds en 1963, inspirada en las
interminables filas de casitas idénticas, como pequeños cajones, en los
suburbios de San Francisco.
Sobre la canción, explicaba Pete Seeger: "La maquinaria nos dice a
todos, capitalistas o comunistas, que si queremos casas baratas, las
tenemos que aceptar como ellos las hacen, rectangulares, como cajoncitos".
En la Unión Soviética, a mediados de los 60, fue muy popular su versión
en ruso, "Dachki, dachki".
En Cuba fue muy conocida, a inicios de los años 70, la versión del
cantautor chileno Víctor Jara, titulada "Las casitas del barrio alto",
una irónica crónica sobre la vida en los barrios aristocráticos de
Santiago de Chile en los tiempos que precedieron al golpe militar contra
el gobierno de Allende.
Se me ocurre que en Cuba también podría haber versiones de Little Boxes.
Pudiera estar inspirada en los edificios-cajones de cinco pisos en
Alamar, San Agustín, el Reparto Eléctrico y otras decenas de feos e
incómodos barrios de micro-brigadas repartidos por todo el país. Los
mismos edificios de tosca arquitectura estalinista que florecieron bajo
el socialismo real en Moscú, Varsovia o Bucarest, para que se hacinara
en ellos el proletariado.
Los moradores de los edificios de microbrigadas tuvieron que esperar
años -en algunos casos más de 10-, trabajando como esclavos, doce horas
diarias y dos domingos al mes, amén de las horas voluntarias, para que
el gobierno, tras una asamblea de análisis, chantaje, chivatería y
sacadera de trapos sucios, les concediera la gracia de habitarlas. Ahora
son acosados por los inspectores, con multas y amenazas, para que
demuelan las ampliaciones y demás modificaciones que se vieron obligados
a hacer cuando crecieron las familias y los apartamentos les resultaron
pequeños para albergarlos.
Otra versión podría titularse "Las casitas congeladitas" y aludir a las
mansiones de Miramar, Cubanacán, Biltmore, las llamadas zonas
congeladas, los barrios altos de la elite castrista, que no tendrá buen
gusto ni clase, pero sí dinero, ínfulas y apego al poder.
Las casonas fueron arrebatadas a la burguesía derrotada. Amplias y con
jardines bien cuidados, protegidas por sofisticados sistemas de
seguridad, feroces perros, alimentados con carne y no con fideos y
boniato, como los nuestros, elevadas cercas y arbustos espinosos, para
que nadie atisbe en sus vidas privilegiadas y con aire acondicionado.
A la élite no le gusta codearse con el proletariado si no es al son de
las consignas, en la Plaza de la Revolución o en las votaciones para
delegados del Poder Popular.
Las zonas congeladas contrastan con el resto de la ciudad que se
derrumba y apesta. En Biltmore y Miramar no se acumula la basura, no hay
baches ni salideros de aguas albañales, el césped es atendido y las
fachadas siempre están recién pintadas.
Por sus calles circulan carros modernos, la gente viste ropas de marca y
su piel no es cetrina, qué va a serlo, si se alimentan bien, y para
ejercitarse, trotan cada mañana por Quinta Avenida.
En algunas casas de Miramar o Nuevo Vedado (Biltmore y Cubanacán son
totalmente inaccesibles) viven elementos extraños. Se nota en el
deterioro de sus viviendas, en la falta de pintura. Las habitan
rezagados del pasado, venidos a menos y otros advenedizos. Son las
moscas en el vaso de leche, cuidadosamente vigiladas por la PNR (Policía
Nacional Revolucionaria), Seguridad del Estado y sus chivatos, para que
no cometan indisciplinas sociales u otras conductas impropias de las que
tanto disgustan a la nueva clase.
Los que habitamos en los suburbios o en la ciudad del hacinamiento y los
puntales, nos sentimos intrusos, casi como cucarachas, al deambular por
ciertas zonas de Miramar o entrar en algunas de sus bien surtidas y
carísimas tiendas, y ver el recelo y el desprecio con que nos miran los
de la castro-burguesía.
La élite se apresta a negociar su reconversión al capitalismo, siempre
que sea a su manera. Si no fuese así, está dispuesta a hundirnos en el
mar, como dijo cierto cantautor millonario, por "la gloria que se ha
vivido". Sus casonas y privilegios, su modo de vida, son parte de esa
gloria y no la menos importante.
luicino2012@gmail.com
Source: Revolución de casonas y cajones | Cubanet -
http://www.cubanet.org/opiniones/revolucion-de-casonas-y-cajones/
Sunday, June 28, 2015
Compraventa de casas en Cuba florece pese a limitaciones
Compraventa de casas en Cuba florece pese a limitaciones
NORA GÁMEZ TORRES
ngameztorres@elnuevoherald.com
A partir del 2011, cuando el gobierno cubano permitió de nuevo la
compraventa de casas en Cuba, tras mantenerla prohibida por décadas,
surgió un mercado de bienes raíces que, aunque limitado, continúa creciendo.
"Desde que [Barack] Obama hizo su anuncio, en los últimos meses hemos
notado un aumento del 200% de interés en el mercado inmobiliario, de
extranjeros que viven en Cuba o fuera y cubanoamericanos que quieren
invertir o piensan regresar a Cuba", explica desde su oficina en La
Habana, Yad Aguiar, dueño de la agencia Point2Cuba, que se especializa
en la venta de casas a extranjeros.
Una búsqueda con las palabras "Compraventa de casas en Cuba" en
internet, arroja la existencia de decenas de portales dedicados a este
asunto, entre ellos Cubísima.com, Espaciocuba.com, Point2Cuba.com,
Poreltecho.com y Casascubanas.com.
Revolico, uno de los sitios de clasificados preferidos por los cubanos,
tiene más de 40,000 anuncios en su sección de "compra/venta".
Casascubanas se anuncia como la "primera inmobiliaria privada en Cuba" y
tiene alrededor de 1,300 propiedades listadas, la mayoría en venta.
"En cuanto el Consejo de Estado permitió este tipo de negocios, sacamos
la 'licencia de agente de compraventa'", explicó via teléfonica el dueño
de esa agencia, Ricardo Ramírez, un cubano que trabajó en España en el
sector inmobiliario hasta que, por el impacto de la crisis, volvió a la
isla a aplicar el conocimiento adquirido.
Y ha tenido éxito. Ramírez acaba de mudarse a una oficina mejor y dice
también haber notado un aumento de la demanda de sus servicios. "La
gente va perdiendo el miedo a vender y comprar y van entendiendo que las
medidas del gobierno están para quedarse", señala.
¿Quiénes compran?
La mayoría de los clientes de Ramírez son cubanos que quieren "mejorar
su posición, y venden su casa para comprar otra" aunque agrega que
también ha encontrado "cubanos repatriados", una categoría permitida por
la nueva ley migratoria aprobada en el 2013, por la cual los cubanos que
"perdieron" su residencia permanente pueden recuperarla, y con ella, el
derecho a comprar y vender propiedades.
En su experiencia, muchos compran en zonas turísticas de la capital como
La Habana Vieja y el Vedado, con el objetivo no solo de mejorar sus
viviendas, sino también de tener habitaciones adicionales que pueden
alquilar.
En Casascubanas.com los precios oscilan desde los $600,000 CUC (más de
$600,000) por una casa de cinco cuartos y tres pisos en el exclusivo
barrio de Nuevo Vedado hasta un pequeño apartamento interior vendido por
3,500 CUC, el precio más bajo en ese sitio web.
"Todavía está bastante loco el mercado", advierte Ramírez. "No hay una
medida, los precios no dependen de los metros cuadrados y la zona;
funciona un poco como la oferta y demanda".
Estos son precios "informales" acordados por las partes y no los precios
que luego compradores y vendedores pondrán en papel ante un notario, que
casi siempre concide con las valoraciones oficiales de la propiedad que
hace el estado, en pesos cubanos y por un monto muy inferior.
Mercado de bienes raíces para extranjeros
Según Ramírez, muchos extranjeros también se acercan a su oficina en la
Habana – también tiene una en Barcelona, desde donde se actualizan el
sitio web y las redes sociales. "Hay mucho interés en comprar pero no
pueden todavía", comenta.
Aunque pequeño, sí existe un mercado legal para adquirir propiedades en
Cuba si se es extranjero. La ley actual permite que un extranjero con
residencia permanente –que se obtiene, por ejemplo, al casarse con un
cubano o una cubana– pueda adquirir una vivienda.
También durante un breve periodo, el gobierno cubano autorizó varios
proyectos de inmobiliarias y la venta de esas propiedades a extranjeros.
Actualmente, los extranjeros pueden adquirir (o arrendar) una de esas
viviendas y solicitar una visa de "residente de inmobiliaria" para vivir
en la isla, según lo dispuesto por el Ministerio de Justicia en el 2014.
"Nosotros tenemos clientes para ese mercado", señala Aguiar. Sin
embargo, con precios de hasta $355,000, muchos cubanoamericanos y
extranjeros solo pueden apostar a comprar casas en Cuba a través de
familiares o amigos.
"Si vivo en Estados Unidos y mi mamá vive en Cuba, le puedo comprar una
propiedad a nombre de ella", comenta Aguiar, sobre esta tendencia que se
está volviendo cada vez más popular.
"Un por ciento grande de los cubanos se interesan por comprar para sus
familiares. La mitad de los cubanos tiene familiares fuera, no es un
secreto que parte del sustento económico de los cubanos viene del
extranjero, así que no es ilógico que un familiar afuera ayude a a la
persona con la compra", comenta Ramírez, el dueño de Casascubanas.
Marlene González, quien está vendiendo una casa en Miramar, está
apuntando a ese mercado. Sus familiares pagaron un anuncio en el Nuevo
Herald para publicitar la venta. "Existen personas en Estados Unidos que
quieren comprar en Cuba", dijo González via telefónica, al explicar cómo
se le ocurrió poner el anuncio, y agregó que "también podría ser de
interés de cubanos que se encuentran de visita en Estados Unidos".
Un mercado sin garantías
"Al ser miembro de la comunidad cubanoamericana aquí en el sur de la
Florida, uno escucha que eso está sucediendo, pero es una proposición
muy riesgosa", opina José Ferrer, abogado especializado en demandas
comerciales y socio de la firma Bilzin Sumberg, con sede en Miami.
"No es como comprar una propiedad en Estados Unidos donde chequeas la
propiedad y descubres quién es realmente el dueño y después puedes
comprar un seguro de propiedad que te proteja de cualquier demanda. Eso
no existe en Cuba", subraya.
Josefa Gutiérrez, que vive en EEUU y ha logrado mantener su residencia
en la isla, comparte esas preocupaciones. Gutiérrez viaja todos los años
a la isla para poder mantener su residencia, cumplir con trámites
burocráticos y hacer reparaciones en su vivienda. Una solución más fácil
sería alquilar o vender la casa, algo que no descarta en el futuro,
aunque tiene reparos.
"Si algún inquilino comete una ilegalidad, me pueden quitar la casa, por
eso mucha gente tiene las casas cerradas". Por otra parte, "toda
compraventa está plagada de ilegalidades pues declaras una cantidad y
luego recibes otra. Cuba no es un estado de derecho, por eso no entiendo
a esa gente que está comprando desaforadamente", opina.
Siga a Nora Gámez Torres en Twitter:@ngameztorres
Source: Compraventa de casas en Cuba florece pese a limitaciones | El
Nuevo Herald El Nuevo Herald -
http://www.elnuevoherald.com/noticias/mundo/america-latina/cuba-es/article25679026.html
NORA GÁMEZ TORRES
ngameztorres@elnuevoherald.com
A partir del 2011, cuando el gobierno cubano permitió de nuevo la
compraventa de casas en Cuba, tras mantenerla prohibida por décadas,
surgió un mercado de bienes raíces que, aunque limitado, continúa creciendo.
"Desde que [Barack] Obama hizo su anuncio, en los últimos meses hemos
notado un aumento del 200% de interés en el mercado inmobiliario, de
extranjeros que viven en Cuba o fuera y cubanoamericanos que quieren
invertir o piensan regresar a Cuba", explica desde su oficina en La
Habana, Yad Aguiar, dueño de la agencia Point2Cuba, que se especializa
en la venta de casas a extranjeros.
Una búsqueda con las palabras "Compraventa de casas en Cuba" en
internet, arroja la existencia de decenas de portales dedicados a este
asunto, entre ellos Cubísima.com, Espaciocuba.com, Point2Cuba.com,
Poreltecho.com y Casascubanas.com.
Revolico, uno de los sitios de clasificados preferidos por los cubanos,
tiene más de 40,000 anuncios en su sección de "compra/venta".
Casascubanas se anuncia como la "primera inmobiliaria privada en Cuba" y
tiene alrededor de 1,300 propiedades listadas, la mayoría en venta.
"En cuanto el Consejo de Estado permitió este tipo de negocios, sacamos
la 'licencia de agente de compraventa'", explicó via teléfonica el dueño
de esa agencia, Ricardo Ramírez, un cubano que trabajó en España en el
sector inmobiliario hasta que, por el impacto de la crisis, volvió a la
isla a aplicar el conocimiento adquirido.
Y ha tenido éxito. Ramírez acaba de mudarse a una oficina mejor y dice
también haber notado un aumento de la demanda de sus servicios. "La
gente va perdiendo el miedo a vender y comprar y van entendiendo que las
medidas del gobierno están para quedarse", señala.
¿Quiénes compran?
La mayoría de los clientes de Ramírez son cubanos que quieren "mejorar
su posición, y venden su casa para comprar otra" aunque agrega que
también ha encontrado "cubanos repatriados", una categoría permitida por
la nueva ley migratoria aprobada en el 2013, por la cual los cubanos que
"perdieron" su residencia permanente pueden recuperarla, y con ella, el
derecho a comprar y vender propiedades.
En su experiencia, muchos compran en zonas turísticas de la capital como
La Habana Vieja y el Vedado, con el objetivo no solo de mejorar sus
viviendas, sino también de tener habitaciones adicionales que pueden
alquilar.
En Casascubanas.com los precios oscilan desde los $600,000 CUC (más de
$600,000) por una casa de cinco cuartos y tres pisos en el exclusivo
barrio de Nuevo Vedado hasta un pequeño apartamento interior vendido por
3,500 CUC, el precio más bajo en ese sitio web.
"Todavía está bastante loco el mercado", advierte Ramírez. "No hay una
medida, los precios no dependen de los metros cuadrados y la zona;
funciona un poco como la oferta y demanda".
Estos son precios "informales" acordados por las partes y no los precios
que luego compradores y vendedores pondrán en papel ante un notario, que
casi siempre concide con las valoraciones oficiales de la propiedad que
hace el estado, en pesos cubanos y por un monto muy inferior.
Mercado de bienes raíces para extranjeros
Según Ramírez, muchos extranjeros también se acercan a su oficina en la
Habana – también tiene una en Barcelona, desde donde se actualizan el
sitio web y las redes sociales. "Hay mucho interés en comprar pero no
pueden todavía", comenta.
Aunque pequeño, sí existe un mercado legal para adquirir propiedades en
Cuba si se es extranjero. La ley actual permite que un extranjero con
residencia permanente –que se obtiene, por ejemplo, al casarse con un
cubano o una cubana– pueda adquirir una vivienda.
También durante un breve periodo, el gobierno cubano autorizó varios
proyectos de inmobiliarias y la venta de esas propiedades a extranjeros.
Actualmente, los extranjeros pueden adquirir (o arrendar) una de esas
viviendas y solicitar una visa de "residente de inmobiliaria" para vivir
en la isla, según lo dispuesto por el Ministerio de Justicia en el 2014.
"Nosotros tenemos clientes para ese mercado", señala Aguiar. Sin
embargo, con precios de hasta $355,000, muchos cubanoamericanos y
extranjeros solo pueden apostar a comprar casas en Cuba a través de
familiares o amigos.
"Si vivo en Estados Unidos y mi mamá vive en Cuba, le puedo comprar una
propiedad a nombre de ella", comenta Aguiar, sobre esta tendencia que se
está volviendo cada vez más popular.
"Un por ciento grande de los cubanos se interesan por comprar para sus
familiares. La mitad de los cubanos tiene familiares fuera, no es un
secreto que parte del sustento económico de los cubanos viene del
extranjero, así que no es ilógico que un familiar afuera ayude a a la
persona con la compra", comenta Ramírez, el dueño de Casascubanas.
Marlene González, quien está vendiendo una casa en Miramar, está
apuntando a ese mercado. Sus familiares pagaron un anuncio en el Nuevo
Herald para publicitar la venta. "Existen personas en Estados Unidos que
quieren comprar en Cuba", dijo González via telefónica, al explicar cómo
se le ocurrió poner el anuncio, y agregó que "también podría ser de
interés de cubanos que se encuentran de visita en Estados Unidos".
Un mercado sin garantías
"Al ser miembro de la comunidad cubanoamericana aquí en el sur de la
Florida, uno escucha que eso está sucediendo, pero es una proposición
muy riesgosa", opina José Ferrer, abogado especializado en demandas
comerciales y socio de la firma Bilzin Sumberg, con sede en Miami.
"No es como comprar una propiedad en Estados Unidos donde chequeas la
propiedad y descubres quién es realmente el dueño y después puedes
comprar un seguro de propiedad que te proteja de cualquier demanda. Eso
no existe en Cuba", subraya.
Josefa Gutiérrez, que vive en EEUU y ha logrado mantener su residencia
en la isla, comparte esas preocupaciones. Gutiérrez viaja todos los años
a la isla para poder mantener su residencia, cumplir con trámites
burocráticos y hacer reparaciones en su vivienda. Una solución más fácil
sería alquilar o vender la casa, algo que no descarta en el futuro,
aunque tiene reparos.
"Si algún inquilino comete una ilegalidad, me pueden quitar la casa, por
eso mucha gente tiene las casas cerradas". Por otra parte, "toda
compraventa está plagada de ilegalidades pues declaras una cantidad y
luego recibes otra. Cuba no es un estado de derecho, por eso no entiendo
a esa gente que está comprando desaforadamente", opina.
Siga a Nora Gámez Torres en Twitter:@ngameztorres
Source: Compraventa de casas en Cuba florece pese a limitaciones | El
Nuevo Herald El Nuevo Herald -
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