Jueves, 01 de Diciembre de 2011 12:17
Wilfredo Vallín Almeida
La Víbora, La Habana, 1ro de diciembre de 2011, (PD) De las múltiples
necesidades que la vida humana tiene, quizás una de las más importantes,
después de la alimentación, sea el de poseer una vivienda, un techo,
como acostumbra a decirse en nuestro país. Y ello es comprensible, toda
vez que la vivienda representa la seguridad, el descanso, la reunión y
el lugar de la vida familiar.
La experiencia humana ha hecho que el logro de la morada y de la vida
con determinada privacidad se busque cuando ya la persona pasa de la
adolescencia a la adultez, sobre todo cuando el individuo contrae
nupcias. "Quien se casa, casa quiere" reza un viejo refrán nacional y,
en efecto, la pregunta de los futuros cónyuges siempre ha sido: ¿dónde
vamos a vivir?
Los que pueden vivir solos como pareja tienen, a no dudarlo, una gran
ventaja en cuanto a la duración de sus uniones, ya que no tendrán la
intromisión ajena, siempre perturbadora de una forma u otra. Pudiéramos
continuar con muchos más ejemplos en este sentido pero consideramos que
con lo dicho hasta aquí, se entenderá por dónde van los pasos.
La construcción de viviendas en un país tiene aquí una importancia
grande para las personas, sobre todo de las generaciones más jóvenes que
necesitan imperativamente de la solución de su problema habitacional.
Allí donde esta construcción se corresponde con el crecimiento de la
población y con la cifra promedio de los que se unen en matrimonio, las
cosas marchan bien.
Cuando por la razón que se quiera, ya sea porque no se construyen la
cantidad de viviendas necesarias o porque un día tienes que salir de la
que poseías para la calle, entonces la situación toma tonos sombríos.
En la época anterior a la revolución en Cuba, el tema del desalojo de
los campesinos de sus casas por los dueños de la tierra (terratenientes
o no) se consideró siempre un grandísimo atropello que motivó toda tipo
de protestas, artículos periodísticos y hasta discursos de políticos de
la época.
Después, con el triunfo de enero de 1959, muchas personas respiraron
aliviadas: la posibilidad de desalojo había sido erradicada y no
volverían a existir tales actos en el país.
Pasaron bastantes años antes de que volviéramos oír hablar de desa…
perdón, de "extracción" (algo que me recuerda a las muelas cuando lo
oigo) y que conocemos de cerca por las personas (muchas) que han acudido
a la Asociación Jurídica Cubana con problemas de esa naturaleza.
Y cuando uno escucha que un matrimonio aún joven, con seis hijos, el más
pequeño de ellos de solo días de nacidos, que no tiene donde vivir y se
han metido en una casa sin luz eléctrica, sin agua y medio canibaleada
durante años pues está deshabitada y a poco aparece la policía para
decirles que tienen que abandonarla o los sacarán, aún cuando tengan que
emplear la fuerza es imposible evitar preguntarnos: ¿Qué significa esto?
¿Acaso ha desaparecido total y absolutamente la compasión, el más
elemental sentimiento de solidaridad si no ante la visión de los
adultos, al menos ante esos niños?
Señores que son capaces de dar semejantes órdenes, ¿no tienen ustedes alma?
Vecinos que pueden dar agua y luz a esas personas y no lo hacen porque
temen buscarse problemas…. ¿hasta dónde llega su cobardía?
Este es uno, solamente uno, de los casos que nos han llegado con esta
situación. Este caso es de Alamar. Hay otros por muchas otras partes.
¿Hay alguna diferencia entre esto y lo que sucedía antes de enero de
1959? Sí, creo que hay muchas, pero por un problema de espacio, voy a
señalar solamente una que sé, además, que no es ni con mucho, la más
importante: a eso se llama eufemísticamente ahora "extraer". El
diccionario dice que ese término es sinónimo de sacar, separar,
arrancar…o desalojar, aunque esta última expresión… no guste.
http://primaveradigital.org/primavera/sociedad/la-consulta/2794-eufemismo-aunque-no-guste