Desventuras de la construcción en Cuba
Oscar Espinosa Chepe
LA HABANA, Cuba, agosto (www.cubanet.org) - La producción total de la
construcción disminuyó un 4,5% en el primer semestre de 2010 con
respecto a igual período de 2009, según informó la Oficina Nacional de
Estadísticas (ONE). Entre las actividades de mayor decrecimiento estuvo
la construcción y montaje con destino a inversiones en 5,6% y el
mantenimiento constructivo en 10,4%. También se observan retrocesos
importantes en la producción de materiales de construcción, como cemento
gris 8,0%, piedra triturada 6,3%, bloques de hormigón 16,7% y arena
calcárea 8,5%.
La tendencia a la disminución podía apreciarse en los resultados de 2009
en su conjunto, cuando el sector tuvo un insignificante crecimiento del
0,6% respecto a 2008, con una caída apreciable en la edificación de
viviendas. El pasado año sólo se construyeron 35 085 unidades, 9 690
menos que el anterior. Esto agrava sustancialmente la situación
habitacional en Cuba, pues únicamente por el impacto de los huracanes de
2008 se dañaron 647 111 viviendas, de ellas 84 737 totalmente
destruidas. Antes de esos desastres, Cuba tenía un déficit superior al
medio millón de viviendas, y más del 50,0% de las existentes se
encontraban en mal o regular estado de conservación, situación negativa
que contribuye a los efectos devastadores de los fenómenos meteorológicos.
La ONE, en su informe sobre la construcción, no indica la cantidad de
viviendas terminadas en el primer semestre de 2010, sólo refleja en
términos de valor un crecimiento en las obras de arquitectura referidas
a viviendas y urbanizaciones del 23,1%. Esto, unido a la reciente
flexibilización de las autorizaciones para la edificación de viviendas
y la venta de materiales de construcción a particulares, podría alentar
a la población a construir alojamientos por medios propios, todo lo
cual, quizás, dará por consecuencia un número de viviendas terminadas
mayor en 2010, pero insuficiente dadas las enormes necesidades acumuladas.
De las cifras anteriores se desprende que el proceso de
descapitalización iniciado en el Período Especial desde 1990 no se
detiene, sino que se profundiza con efectos muy serios sobre la
sociedad. En 2009 ya se evidenciaba en las cifras oficiales un
decrecimiento del 15,4% de la formación bruta de capital fijo en
relación con 2008. Este indicador con respecto al Producto Interno Bruto
(PIB) fue el pasado año sólo 11,1% a precios constantes de 1997;
distante de los niveles promedio existentes en América Latina y el
Caribe superiores al 18,0%, como promedio. En estas condiciones, la
urgente tarea de incrementar la deprimida productividad del trabajo es
prácticamente imposible acometer.
Estas cifras se reflejan en la economía y la vida de los ciudadanos.
Además de la mencionada problemática de la vivienda, el 94,0% de las
vías férreas están deterioradas, y los 29 600 kilómetros de carreteras y
autopistas tienen pésimas condiciones en sentido general. La Habana
tiene el 75,0% de las vías catalogadas en estado regular o malo, aunque
últimamente se han realizado algunas reparaciones en avenidas y calles
principales. A ello se une el estado crítico del transporte, el
automotor y el ferroviario. En muchas ciudades del interior las
personas se trasladan mayoritariamente en carretones tirados por
caballos, mientras en la agricultura es difícil ver un tractor u otro
equipo de mecanización. La necesidad imperiosa de inversiones para
reponer y ampliar los bienes de capital no se limita a los casos
señalados; toda la infraestructura del país se encuentra en iguales
condiciones.
Resulta preocupante en el informe de la ONE la reducción del
mantenimiento constructivo de10,4% y de la producción de importantes
materiales, asunto citado anteriormente. La disminución del
mantenimiento acelera aún más el proceso de descapitalización, mientras
la caída en la disponibilidad de materiales vitales para la construcción
demuestra la profundización de la crisis de esa industria. Al cierre de
2009, la fabricación de productos para la construcción en volumen era
solamente el 26,8% de los niveles de 1989. La producción de cemento fue
de 1,6 millón de toneladas en 2009, mientras en 1989 resultó de 3,8
millones de toneladas. Resultados similares o peores ocurren con la
piedra triturada, ladrillos de barro, bloques de hormigón, cabillas
corrugadas y otros productos.
El gobierno ha evidenciado estar consciente de la crisis presente desde
hace años en este decisivo sector. En los últimos tiempos se han tomado
medidas para promover la productividad y la eficiencia, entre ellas la
implantación del doble turno en obras priorizadas, el pago por el
resultado del trabajo realizado y el pluriempleo. Sin embargo, no
existen avances, según refleja incluso la prensa oficial. La baja
productividad, el ausentismo, la desorganización y la baja calidad en
el acabado se mantienen. Ni siquiera las obras contratadas con entidades
extranjeras se entregan en las fechas pactadas, mientras la ilegalidad y
la corrupción aumentan, según se reconoció en el X Congreso del
Sindicato de la Construcción realizado en mayo pasado.
Los problemas de la construcción no se pueden resolver sin tener en
cuenta los demás problemas existentes en el país, como los bajos
salarios, pagados en una moneda que ni el Estado reconoce en sus
imprescindibles tiendas de venta en divisas; todo enmarcado en enorme
centralización y burocratismo, donde se reflejan errores que durante
años han existido en la preparación y calificación de los trabajadores
del ramo. Además, hay dificultades en el suministro estable de los
requerimientos mínimos de insumos y condiciones de trabajo aceptables,
incluido una adecuada alimentación de los trabajadores.
Para enfrentar este desolador panorama son indispensables reformas
integrales, que restituyan el valor al dinero para que los trabajadores
sean alentados a producir. La adopción de políticas descentralizadoras
que permitan la toma de decisiones en las obras, en especial en lo
relacionado con el aseguramiento de los suministros, ayudarían
extraordinariamente. También contribuiría la posibilidad de creación de
pequeñas y medianas empresas privadas o cooperativas independientes en
la construcción, legalizadas y con un marco regulado. Incluso muchos
objetos de obra podrían subcontratarse a esas PYMES, con el acuerdo de
condiciones de trabajo, fechas de entrega y la calidad requerida, en una
modalidad similar a la conocida como "llave en mano".
Si esto se manejara correctamente, los resultados serían superiores a
los obtenidos actualmente con las enormes empresas estatales,
ineficientes y con altos costos constructivos, caracterizadas por sus
incumplimientos y falta de calidad. Las PYMES, más productivas y
eficientes, pagarían impuestos al Estado, convirtiéndose también en
fuentes de recursos financieros para el presupuesto. Estas medidas
suponen la abolición de conceptos obsoletos y desfasados, que por tantos
años han obstaculizado el avance del país.
http://www.cubanet.org/CNews/year2010/agosto2010/18_C_5.html