Espiritista y dulcera, a punto de perder su techo
"Esto se ha ido cayendo poco a poco y nadie ha venido a auxiliarme. ¿El
dueño, el que la construyó? Se llamaba Paco Martí, dicen que era familia
de José Martí"
martes, febrero 24, 2015 | Frank Correa
LA HABANA, Cuba. -Nunca imaginaron las personas que construyeron la
casona de la calle 242 esquina 138, en Jaimanitas, que aquella, la
primera vivienda erigida en esa privilegiada zona de la costa, levantada
con todo el esplendor de la época por el año 1910 por la familia Martí,
sería una casa en ruinas en el año 2015.
Su actual inquilina, Zeida Margarita "Margot" González Díaz, quien vive
allí desde hace diez años, cuenta que la ha visto desmoronarse
lentamente, sin que nadie la ayude a salvarla, ni el Estado mediante la
justicia, ni la Dirección Municipal de Vivienda con su burocracia
oportunista, ni los efectivos revolucionarios que debían respetar los
méritos y honores de la familia, ni el Delegado, que conoce su caso, ni
sus santos, que en el pueblo curan a tanta gente, ni los encargados
culturales de salvar los símbolos de la arquitectura y la historia del
pueblo.
Jaimanitas conoce a Margot por…
A Margot la conocen popularmente en Jaimanitas con dos sobrenombres, "la
espiritista" y "la dulcera". Sobrevive de vender dulces caseros, su
consulta espiritual es por caridad y no puede cobrarla, ese es su don.
Muchas personas en Jaimanitas corren a su casa cuando se enferman, o
necesitan limpiarse. Y confían ciegamente en ella, por los resultados
obtenidos que idealizan como milagros, aunque no ha conseguido detener
la caída de su casa, que la ha comprimido a los restos de la cocina, el
baño, y una habitación, que en la vivienda original era el cuarto de los
huéspedes.
Llegué al lugar, interesado por conocer la historia de la vivienda en
ruinas, por su antigüedad y misterio. Tal vez la primera erigida en el
pueblo, que en su principio fue de pescadores y gente adinerada que
decidieron salir del perímetro de la Habana a principios del siglo luego
de terminar la guerra y llegar la República, buscando mejores lugares
donde vivir.
Cuando caminé por lo que antes fueron grandes jardines bien cuidados y
ahora es un solar yermo, imaginé aquellos años y el balneario de
enfrente lleno de vida, que ahora había desaparecido y en su lugar
estaba lleno de casitas apretujadas.
La desolación se ha apoderado del lugar. De la fachada no queda sino un
pedazo derruido, la sala está devastada, no hay techo, los antiguos
cuartos parece exposiciones de una pobreza olvidada. Encuentro a Margot
en la cocina, haciendo dulces. Me dice que ha tenido que pelar diez
cocos y cuatro frutabombas, y molerlos ella sola.
"Si pudiera, tampoco arreglaba la casa"
"En esta casa vivo hace muchos años, con mi hija enferma y mi hijo
Fidel, que perdió una oreja en la guerra de Angola. Yo vine de Mayarí
jovencita para La Habana. Viví con mi familia en Mañanima y vine a
cuidar a una viejita que vivía sola, que murió al cabo de los años.
Heredé por última voluntad esta vivienda, pero ha sido una odisea
conseguir que me otorgue la propiedad. Mi expediente es el número 54 del
año 1989 y todavía no han resuelto mi caso. Cada vez que voy a Vivienda
a preguntar, me dice que vendrán el día tres, ¿pero de qué año?"
"No tengo dinero para sobornar a un abogado, mira la casa, cuando llegué
aquí el comején era el verdadero dueño. Después se ha ido cayendo poco a
poco y nadie ha venido a auxiliarme. Soy una anciana sola, que no puede
con esto. Si pudiera, tampoco la arreglaba, porque sin papeles quien
quita que un día me saquen para un albergue, porque mira todo este
lugar, qué clase de terreno abarca, y qué posición."
"¿La historia de la casa? Ni yo misma la sé. Cuando se digitalizaron los
teléfonos, ETECSA me envió un reconocimiento por ser este número el
primero que se puso en Jaimanitas, hace ochenta años. La viejita que
murió aquí era de Marianao, que permutó con una familia que comenzó
vivirla en el año 1962, cuando sus dueños se marcharon para Estados
Unidos y el gobierno la entregó en usufructo. ¿El dueño, el que la
construyó? Se llamaba Paco Martí, dicen que era familia de José Martí.
Tenía un negocio de alquileres de cuartos, taquillas, trusas, bicicletas
y aditamentos accesorios. Esta casa dicen que tenía un esplendor que
asombraba. Ahora el fantasma de la ruina es quien la habita."
Source: Espiritista y dulcera, a punto de perder su techo | Cubanet -
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