Sunday, July 20, 2014

La Siberia habanera

La Siberia habanera
julio 18, 2014
Martin Guevara*

HAVANA TIMES — Nos dieron las llaves del nuevo departamento de Alamar, y
aunque estaba bajo el mismo nombre que la anterior casa en aquel barrio
que ya por 1987 adquiría visos de ciudad, y aunque sus edificios fuesen
de cinco plantas sin ascensor, y los departamentos muy parecidos, la
zona en que se encontraba era sensiblemente diferente a la zona 6 donde
habíamos vivido.

Esa parte del barrio llegó a albergar a cincuenta mil habitantes, no
había tiendas dentro, ni estancos de tabaco, ni alimenticios, ¡no había
un punto expendedor de agua!. La guagua tampoco entraba, solo rodeaba
ese inmenso sub barrio de Alamar, y por supuesto los apagones de luz
eran allí de récord, motivo de asombro interestelar.

Mi edificio estaba justo al principio, por suerte teníamos una cafetería
al lado, donde de vez en cuando había helado y el resto de las veces un
sirope azucarado muy frío, que al bajarse uno de la guagua resultaba una
bendición, y más aún para aquellos vecinos a los que aún les quedaban
minutos de caminata hasta sus casas, desde el mostrador en que dos
empleadas tenían casi todo el día para charlar sobre sus historias de
guaguas llenas y hombres restregones, debido al escaso público comensal
y claro, a la rapidez con que se acababa el helado durante el día.

Y aunque se tratase del principio del barrio, los ejemplares de
mosquitos con que tuve contacto, podían haber sido amaestrados y
adiestrados en las milicias de tropas territoriales de no ser porque en
su excesiva agresividad, no habrían distinguido entre enemigos y lugareños.

La vecindad ocurrente como siempre en Cuba, a ese trozo de Alamar que
nacía en mi casa y se extendía hasta allende los horrores, colindando
con la playa de Bacuranao, a través de la costa y hacia el infinito en
su profundidad, la bautizaron: "la Siberia".

El Che había muerto en Bolivia antes de que se empezara a construir
Alamar, pero él había bautizado la frase "el hombre nuevo". Había ideado
una generación posterior a la del triunfo de la Revolución, que educada
en una sociedad que ofreciera estímulos morales y no materiales, una
sociedad justa, de la cual estuvieran desterrados los valores del
capitalismo, valores individualistas, egoístas, daría lugar a nuevos
valores que el hombre adoptaría en solo una generación.

Pensaba que el recuerdo genético de la ferocidad animal que habita en el
ser humano para sustraer el alimento al prójimo se erradicaría en una
generación, o en dos. Aplicando claro está, una concienzuda
instrumentalización ideológica, una limpieza de vicios antiguos,
capitalistas según decían, a través de la educación.

Este hombre nuevo, compuesto de la arcilla de las nuevas generaciones
llegaría a ser la envidia de los hombres del mundo, regidos por la
rapiña en que han sido engendrados y educados. Estas nuevas generaciones
criadas en la solidaridad, en el internacionalismo proletario, en la
motivación moral para ser mejores trabajadores, también tendrían una
férrea disciplina revolucionaria, y entenderían justo el castigo a
cualquier desvío ideológico, deberían tener un orden, una moral y una
conducta ejemplares.

De esto se lo podía responsabilizar al Che, pero del espanto estético y
funcional de Alamar y su Siberia, doy votos como Guevara, que con toda
seguridad, ni en sus más estrictas y perversas ideas de construcción de
una nueva estética que estuviese privada de apéndices, de artilugios, de
adornos inútiles, a Ernesto se le habría pasado por la cabeza semejante
engendro de la fealdad hecho a la más pulcra perfección.

Sentía que mi tío desde donde sea que estuviese, me decía de vez en
cuando algo más o menos así:

"Martín, esta fue una buena intención no una ocurrencia vacía, sino el
engranaje de una cadena que llevaría a una sociedad que algún día
pudiese suplantar al capitalismo, y a la explotación del hombre por el
hombre, ya no por el medio de la revolución violenta, sino de la
invitación a los obreros y hombres de bien de todo el mundo, con un
modelo que los sedujese mucho más que el del éxito personal, un ejemplo
más de tracción paralela. Pero tú sobrino, hijo de mi hermano siempre
aturdido, el risueño Patatín, no desmayes, ni se te ocurra ser un
vasallo de nadie, y menos aún de mis designios y errores, no son estos
proyectos para ti, aunque sí lo fuesen para tu padre, mantente libre de
la manera que sea, aturdido si quieres, bravo o acobardado, fresco o
perturbado, pero distante de toda esta porquería en que se ha convertido
lo que hice o quise hacer, si quieres pelea contra ello, y si no tienes
ganas de luchar no lo hagas, pero no te doblegues, no te conviertas, no
me aflojes viejo, que ya quedan pocos".

En fin ¿por qué uno iría a tratarse mal a sí mismo?

Source: La Siberia habanera - Havana Times en español -
http://www.havanatimes.org/sp/?p=97444

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