Los habaneros cuentan "las maravillas" de su ciudad
Iván García Quintero
Para evaluar a La Habana profunda hay que vivirla en tiempo real. Desde 
un auto climatizado o tomando cerveza en la Factoría de la Plaza Vieja, 
la ciudad es puro espejismo.
Desde Miraflores, al sur de La Habana, Sergio se llega dos veces a la 
semana con su carretilla de ruedas descentradas al vertedero de la Calle 
100, en Marianao, a recoger trastos viejos que luego vende por unos 
pocos pesos en una feria errante en la barriada de La Víbora.
Entre las cosas a vender se encuentran un libro de tapa roja sobre la 
deuda externa firmado por Fidel Castro, una ajada novela policíaca de 
Daniel Chavarría, tres blusas descoloridas, dos jeans rotos y unos 
herrajes de carpintería.
La primera venta del día se festeja con medio litro del peor alcohol 
posible, adquirido a diez pesos por los alrededores de un antiguo 
paradero de ómnibus. La docena de hombres y mujeres harapientos que a 
diario se dan cita en la esquina de la Plaza Roja quemaron todas sus naves.
Tienen la piel color ceniza, los pies ulcerosos y su mirada perdida es 
provocada por el efecto del alcohol y una pésima alimentación. Algunos 
son portadores del VIH y cuando se embriagan se auto mutilan.
Sergio vive en un tugurio de madera y techo de tejas, rodeado de sacos 
de latas escachadas y artefactos inservibles. No tiene agua potable y se 
alumbra con una única bombilla de luz eléctrica. Duerme en una 
colchoneta sucia y sus necesidades las hace en un cubo plástico que 
luego vierte en un riachuelo apestoso de Miraflores, reparto Los Pinos.
Si usted le pide tres deseos, responderá: "Comer caliente, tener dinero 
pa'poder comprar un trago y morirme pronto". Cubanos como Sergio no 
hacen planes para dentro de un mes. No guardan dinero para los quince de 
su hija o un imprevisto. El futuro de ellos es hoy.
Cuando se le pregunta sobre La Habana, elegida como una de las sietes 
ciudades maravillosas del mundo en diciembre de 2014 , piensa que le 
están tomando el pelo. "¿Que La Habana es una ciudad maravillosa? Y 
después dicen que nosotros estamos locos. Un lugar donde el agua se 
distribuye en días alternos, el churre y la peste está por dondequiera, 
la gente mea y caga en cualquier lado y el transporte es malísimo, jamás 
puede ser una ciudad maravillosa", comenta Sergio.
Lo jodido no es vivir mal, es que no se divisa cuándo podremos mejorar.
Contra viento y marea, Magda ha podido remodelar su vivienda, comprar 
muebles nuevos y vivir como Dios manda, "gracias a la peluquería que 
tengo". En su casa tiene electrodomésticos modernos, aire acondicionado 
en las tres habitaciones y cada verano alquila una semana con su esposo 
y sus hijos en un hotel cinco estrellas de Varadero.
Aunque desayuna café con leche y hace dos comidas al día, sonríe antes 
de ofrecer su valoración sobre La Habana. "Trabajé en Comercio Exterior 
y viajé por media Europa, después he visitado los Estados Unidos y te 
aseguro que la capital cubana no cumple ningún parámetro que le haga 
acreedora de esa categoría. El milagro de La Habana es que, pese a la 
desidia y el abandono de las autoridades, se mantiene en pie", señala Magda.
Diana es arquitecta y reconoce que el fondo inmobiliario de La Habana la 
hace distinta. "Pero el 70 por ciento está muy deteriorado. La 
infraestructura es pésima. Y no se ha encontrado una alternativa para 
modernizar el acueducto ni el desagüe en zonas bajas. Solo en sitios 
puntuales se remodela la zona antigua. Es una urbe con una variedad 
arquitectónica que no muchas ciudades del mundo tienen. Cada barrio es 
diferente. Abunda la vegetación y posee una vista impresionante desde el 
otro lado de la bahía, pero sería muy pretencioso catalogarla como 
Ciudad Maravilla".
Joan, un moreno hiperquinético del barrio San Leopoldo, en el corazón de 
la capital, que vive de lo que se cae del camión, le parece un insulto 
realizar un programa cultural para festejar la insólita elección.
"Socio, el papel aguanta todo lo que le pongan. De tranca tragarse ese 
cuento. A los que eligieron a La Habana, yo los invitaría a vivir unos 
días en mi casa. Filtraciones por todos lados, tenemos que comprar el 
agua o cargar cubos desde una pipa porque hace veinte años no llega el 
agua por las tuberías. Lo jodido no es vivir mal, es que no se divisa 
cuándo podremos mejorar. El problema es que Cuba está de moda. Y estos 
premios forman parte del paquete", apunta Joan.
Detrás de las fachadas ruinosas y sin pintar, la mugre, calles 
acribilladas de baches y salideros de agua, aún se puede percibir la 
belleza de una ciudad cosmopolita y diferente.
Pero muchos habaneros piensan que esos encantos ocultos no son 
suficientes para premiar a la otrora Villa de San Cristóbal, que 497 
años después de su fundación, ya no soporta fuertes aguaceros ni vientos 
huracanados.
Para evaluar a La Habana profunda hay que vivirla en tiempo real. Desde 
un auto climatizado o tomando cerveza en la Factoría de la Plaza Vieja, 
la ciudad es puro espejismo.
Source: Los habaneros cuentan "las maravillas" de su ciudad - 
http://www.martinoticias.com/a/habana-maravillas-aniversario-ciudad/123475.html
 
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