Las "mieles del poder" económico verdeolivo (¿Así estamos todos?)
Como nunca antes, los cubanos son testigos de los privilegios cosechados
por los militares tras su asalto a los puntos estratégicos de
circulación de divisas.
Rolando Cartaya/ martinoticias.com
septiembre 22, 2012
En noviembre de 2006, unos meses después de que Raúl Castro heredara
interinamente el poder en Cuba por proclamación de su enfermo hermano
Fidel, un reportaje discretamente publicado en el portal Cubanet
esbozaba un perfil del Grupo Empresarial CIMEX.
El autor, el periodista independiente Juan González Febles señalaba que
CIMEX era "uno de los holdings empresariales más importantes del país"
donde, como en cualquier otra rama corporativa económica en Cuba, el
nepotismo y los mecanismos de selección basados en la confiabilidad
política marcaban una pauta infranqueable para la mayoría de los
cubanos, excluidos de estas actividades.
Y remarcaba que CIMEX se inscribía por derecho propio en la "piñata" que
se estaba organizando y cuyos contornos ya se perfilaban.
Esa próspera corporación, fundada originalmente como un tentáculo
económico de la Dirección de Inteligencia castrista para acopiar divisas
a toda costa, es sólo un ejemplo de cómo la alta oficialidad de las FAR
y el MININT fue copando en la última década todas las esferas de la
economía cubana que mueven divisas.
Hoy hay muchas otras sociedades anónimas regentadas por militares en
Cuba: Gaviota, TRD Caribe, Habanos S.A… Son bolsones de capitalismo y
prosperidad en un país pobre, generalmente desconocidos por el cubano
común, que sólo puede entrar a algunos a dejar sus pocos dólares.
En el neocastrismo que comenzó oficialmente el 31 de julio del 2006 --el
día del "dedazo" de Fidel-- la nomenklatura, gradualmente domeñada por
los uniformados, accedió a abrir espacios al mercado y al sector privado
sin incurrir en cambios políticos riesgosos, a fin de conseguir una
economía más eficiente y productiva, y de perpetuar su poder…y sus
privilegios.
En la segunda década del siglo XXI, esas "mieles" del poder son "más
visibles y atropelladoras" que nunca en más de medio siglo de castrismo,
escribe, también en Cubanet, el periodista independiente José Hugo
Fernández.
Fernández observa que si durante los largos apagones del apogeo del
Período Especial la luz inamovible en el Edificio de los Generales del
reparto habanero de Kohly ofendía a la población desesperada, nadie
puede pasar hoy por alto la repartición del poder entre las élites del
régimen, en la que --dice--, "a los cogotudos de las FAR y del
Ministerio del Interior les ha tocado el monopolio de las riquezas, tal
vez porque también les toca el trabajo sucio de la represión".
El autor cita como ejemplos los "hermosos y sofisticados edificios que
hoy se construyen en zonas de La Habana, para entregar, gratis y
totalmente amueblados, a coroneles y otros oficiales", "mientras las
casas en ruinas de los ciudadanos comunes se derrumban sobre sus
cabezas, o tienen que inventarla en el aire buscando los materiales
imprescindibles para remendar sus tugurios".
Otro comunicador, Augusto César San Martín, acaba de documentar lo
anterior en un reportaje, con fotos y direcciones de algunos nuevos
edificios levantados para la élite militar-gubernamental-partidista. Los
nuevos inmuebles mostrados en la pieza de Cubanet son:
- Un lujoso edificio de tres plantas, con 24 apartamentos, tiendas y
otros servicios, construido por la empresa Habaguanex de Eusebio Leal
frente al Malecón habanero. Lo están ocupando dirigentes del Consejo de
Estado y la Fiscalía General
- Un edificio de cuatro plantas concluido en julio en la avenida Vento
y calle L, municipio Boyeros. Tiene un lindo diseño arquitectónico y
alta calidad en su terminación. Pertenece al Ministerio del Interior.
- Los edificios construidos en zonas selectas de los municipios Playa y
la Lisa. Por su lujo, la población los ha bautizado como "los "Meliá
MININT", en alusión a los hoteles de la cadena española.
El periodista independiente apunta que el lujo en estos inmuebles
aumenta con la jerarquía militar del inquilino. Agrega que para mayor
ironía son levantados con la mano de obra de los presos, que no escasea
en la isla gracias al MININT. Mientras, a los cubanos sin techo se les
dice que deben construir sus viviendas "con sus propios esfuerzos".
Isbel Díaz Torres, colaborador del portal Havana Times, conoce por ser
hijo de militar los privilegios de la casta castrense en Cuba.Él los
describe como una "corrupción autorizada", pues el altísimo presupuesto
que se destina a las FAR y el MININT es desconocido por la población, y
cree que hasta por los diputados a la Asamblea Nacional.
Aporta dos ejemplos: el esposo de su vecina, un coronel del MININT,
acaba de comprar una lavadora que en las tiendas regulares cuesta más
de 700 CUC, unos 770 dólares; pero el coronel no tuvo que pagar esa
cantidad.
Su padre, por otra parte, comió varias veces bistec de res (un "manjar
exótico" en Cuba) en el Hospital Militar de Marianao, durante una semana
de internamiento en una sala destinada a oficiales intermedios.
Díaz Torres censura que, pese a la situación económica del país, los
militares pueden adquirir a precios fuertemente subsidiados alimentos
nacionales e importados, teléfonos móviles, autos, muebles,
electrodomésticos (refrigeradores, computadoras, lavadoras,
televisores, aires acondicionados), y una larga etcétera, que se suma a
sus ya altos salarios y jubilaciones.
El colaborador de Havana Times se pregunta "¿Seguimos hablando de un
proyecto socialista, o en algún momento "cambiaron el canal"?
El autor afirma haber visitado asimismo los espacios de ocio que los
militares han creado para ellos, y confiesa que le indigna ver cómo "las
lógicas de consumo desenfrenado, insolidarias, elitistas y egoístas, se
han entronizado en esos predios".
Acerca de esta otra brecha que los encumbra sobre la gente de a pie, el
periodista independiente Moisés Leonardo Rodríguez traza un paralelo
entre dos centros recreativos en su provincia, Artemisa, uno para
"patricios" (la villa de recreación Guajaibón, del MININT), y otro para
l "plebeyos" (la playa La Herradura), ambos en la costa norte del
municipio Mariel.
Apunta Moisés Leonardo que Villa Guajaibón, una antigua unidad militar,
es actualmente un conglomerado de nuevas y vistosas construcciones,
destinadas a la recreación exclusiva de oficiales del Ministerio del
Interior y sus invitados.
En La Herradura, en cambio hay una zona de casas móviles, una base de
campismo popular y la playa.
La carretera de un kilometro que conduce a Villa Guajaibón está bien
pavimentada y señalizada. La que lleva a La Herradura tiene 9 kilómetros
en su mayor parte sin asfalto, los baches abundan tanto como el marabú,
no hay señales de tránsito, ni servicio de transporte público de pasajeros.
En La Herradura, el servicio gastronómico corre por cuenta de
particulares, a precios fuera del alcance de quienes dependen de un
salario. En contraposición, el periodista cita a una persona que fue
invitada a comer en Villa Guajaibón por un oficial, con otros 14 comensales.
El almuerzo incluyó arroz, frijoles, carne a escoger entre bistec de
res, cerdo o pollo, y ensalada; además, postre, cervezas o refrescos
enlatados, y café. El costo total del banquete fue de 120 pesos en
moneda nacional (unos cinco dólares).
En La Herradura, las cabañitas para campistas son rústicas y sólo unas
pocas tienen baño interior. El agua es salobre, y hay que llevar
ventiladores para combatir el calor y los mosquitos.
Las casas de Villa Guajaibon, son bonitas y sólidas, poseen baño
intercalado y aire acondicionado, y cuentan con refrigeradores surtidos
con cervezas, refrescos y alimentos que se incluyen en la renta, a
precios muy inferiores a los del mercado estatal para la gente de a pie.
Los bañistas de La Herradura deben conformarse con la depauperada playa
y el diente de perro. En Guajaibón existe una enorme piscina, siempre
limpia y dispuesta para recibir a sus exclusivos bañistas.
La motivación del colega para escribir este paralelo fueron unas
palabras de Raúl Castro durante su improvisado discurso del pasado 26 de
julio en Guantánamo. Luego de explicar que el país no se podía dar el
lujo de subir los salarios debido a que hay que gastar miles de millones
en alimentos, y admitir que incluso los médicos ganan muy poco, Castro
aseveró: "Pero así estamos todos".
http://www.martinoticias.com/content/article/15035.html
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