Los portales habaneros
Miércoles, Julio 4, 2012 | Por Lucas Garve
LA HABANA, Cuba, julio, www.cubanet.org -Alejo Carpentier dedicó uno de 
sus textos memorables a las columnas que sostienen los portales de La 
Habana Vieja. Buen caminante en su juventud, el escritor admiró la 
profusión de nuestros modelos de columnas, pertenecientes a una época de 
oro en la arquitectura nacional.
Hoy, la mayoría de los portales habaneros están sucios y ruinosos, 
debido a la desidia, con la mayoría de sus columnas rajadas y rotos sus 
capiteles. Los portales de las casas que antes servían para protegernos 
del sol y de la lluvia o para sentarnos a tomar el fresco y converser, 
ahora sirven para colgar en tendederas la ropa que venden los nuevos 
vendedores por cuenta propia. Su utilización como locales comerciales 
improvisados; espacios rentados por los dueños de las casas a los 
cuentapropistas para la venta de ropas, zapatos, bisutería, discos 
compactos, etc., representa un nuevo fenómeno: la capitalización de la 
superficie habitable como medio de subsistencia. Los moradores rentan 
los portales, y a veces también la sala, si la vivienda no tiene un 
portal o tiene uno muy pequeño; el objetivo es lograr algún ingreso.
Partes de Centro Habana y de algunos municipios populosos, como 10 
Octubre o El Cerro, donde abundan las antiguas casonas con amplios 
portales, han visto prosperar modestamente sus economías, y algunas 
ofrecen una imagen menos deslucida después de haber sido pintadas sus 
fachadas.
Muchos -que todavía recuerdan aquella gloriosa Habana pre castrista, 
llena de verdaderos comercios- critican el abigarramiento y los 
colorines de las prendas, colgadas en percheros o sostenidas por 
horquillas, que ofrecen al transeúnte un panorama tercermundista, pero 
impensable en decenios anteriores.
Junto al polvo de los edificios ruinosos y la mugre de las paredes, 
estos tercermundistas "portales comerciales" son el nuevo rostro de la 
otrora Paris del Caribe, una ciudad que antes de 1959 fue famosa su 
comercio, por las exquisitas decoraciones de las vitrinas de sus grandes 
tiendas y por la elegancia de sus habitantes.
Muchos de los vendedores de los portales son trabajadores cesanteados 
por el Estado, o que dejaron sus mal pagados empleos y encontraron en la 
venta y reventa de cualquier cosa una forma de ganar algunos pesos para 
sobrevivir en espera de tiempos mejores. La mayor parte de ellos es 
relativamente joven y son mayoritariamente mujeres. Todos parecen 
entender que esto de vender en los portales no es suficientemente 
rentable como oficio permanente.
Para ganarse unos 20 o 30 pesos diarios, y hasta  50 (dos dólares), los 
días buenos, los vendedores pasan entre ocho y diez horas sentados en 
sus portales anunciando  su mercancía. Mientras, otros aprovechan para 
venderles a ellos comida. De esta manera va creciendo un tejido 
comercial incipiente, pero generador de economía, aunque a muy pequeña 
escala.
Noris, una joven mulata, vende sus productos en un portal de la calle 
Galiano. Su mercancía viene del extranjero, generalmente de Ecuador, 
Colombia y Venezuela. Me cuenta: "Tengo una amiga enfermera, que está en 
Venezuela trabajando, y cada vez que alguno de sus compañeros viene de 
vacaciones, me manda un paquetico con blusas y cositas que aquí se 
venden bien. Luego, le pago a sus hijas, y de esa manera, ella les ayuda".
Romi, una ex maestra, Licenciada en Español, ahora vende zapatos a la 
entrada de un edificio, y me dice: "No podía seguir matándome con los 
chiquillos malcriados de la Secundaria Básica por tan poco dinero. Ahora 
gano más y trabajo en la puerta de mi casa".
http://www.cubanet.org/articulos/los-portales-habaneros/
 
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