Martes, 24 de Abril de 2012 06:01
Escrito por Guillermo Ordoñez
Cuba actualidad, Centro Habana, La Habana, (PD) Siempre estamos en
espera de la triste noticia oficial del fallecimiento de algunos
coterráneos por haber colapsado un edificio en nuestra ciudad. Siempre
son exoneradas de responsabilidades las autoridades gubernamentales.
Los órganos de prensa oficiales, los únicos existentes, Granma,
Trabajadores, Juventud Rebelde, que fungen como periódicos nacionales,
solo emiten la noticia en casos de más de un fallecido, y de modo muy
escueto.
Los vacíos que dejan estos derrumbes, de solares yermos primero pasan a
ser parqueos, luego objetivos recaudadores de divisa: en nuestra
capital, los edificios que se derrumban son reemplazados por
contenedores acondicionados como tiendas con la finalidad antes expuesta.
Es desolador el paisaje que ofrece la otrora bien engalanada urbe. Los
turistas pueden justificar el horror de las ruinas, pero los nacidos en
esta ciudad, lo que vemos es la poca necesidad de una guerra para
quedarnos sin nada, en la calle.
Miles de familias prefieren vivir diariamente el temor de que su
habitación colapse, con riesgo para sus vidas, antes de ver destruida su
integridad moral en el hacinamiento de las llamadas comunidades de
tránsito, en la periferia de la ciudad, donde viven ya miles de personas
en condiciones infrahumanas en espera de la solución que el estado no
da, por incapacidad organizativa y desinterés.
No es justificable con el tan cacareado bloqueo el estado de ruina en
que se encuentra nuestra ciudad. Cuando aparece cualquier inversionista
extranjero, los materiales a pie de obra llueven. Materiales que se
producen en el país, por demás, con óptima calidad.
edificio-tienda
También, el nuevo programa de construcción de viviendas para militares
(del MININT o el MINFAR) progresa infaliblemente. Estas viviendas se
construyen con rapidez y calidad, mientras que las destinadas a la
población civil pueden demorar más de dos lustros. Demostrado está con
las tantas comunidades supuestamente temporales que han visto crecer a
más de una generación en espera de la solución que le prometieron sería
en corto tiempo.
Este drama de las muertes por derrumbes no asombra, lo que es asombroso
es que no sean más frecuentes tales sucesos, que no se hayan convertido
en hechos cotidianos.
Así, vivimos y andamos por la calle con el temor de ser aplastados por
algún techo, alero o balcón: la ciudad de La Habana tiene más de 50
edificios declarados en estática milagrosa. Y los que faltan por declarar.
El 70% de las edificaciones de los municipios Centro Habana, Diez de
Octubre, El Cerro y la Habana Vieja han sido declaradas inhabitables, en
su mayoría, desde hace más de dos décadas; sin embargo, continúan
habitadas. Además, cuando en estos edificios se vacía (por salida del
país, fallecimiento u otras razones) algún apartamento o habitación los
funcionarios de las oficinas municipales de la Dirección de Viviendas
ubican en ellos a otros núcleos familiares, de los que muchas veces se
ignora su procedencia, resultando esto uno de los puntos oscuros del
manejo gubernamental.
El Ministerio de la Construcción en La Habana hace movimientos
fantasmas: se ven los obreros, las obras, lo que no se ve es la
terminación de las mismas. Además, los constructores, por lo general,
son traídos del interior del país, conviven en facilidades temporales y
no tienen interés alguno en la construcción de sus viviendas, pues
conocen que su trabajo en la construcción, pase el tiempo que pase, no
les garantiza vivienda alguna. Solo les queda crear relaciones en la
capital, formar familia y debido al tiempo de convivencia, tener derecho
a vivir en casa de su pareja.
El gobierno de Raúl Castro ha abierto un proceso de venta de materiales
de construcción a la población, pero esto, con los precios existentes,
el concepto de créditos y subsidios, los bajos salarios y la inmensa
cifra de desempleados, no es solución alguna.
Hoy, muchos de los que hacen reparaciones para intentar salvar sus
viviendas, mal comen para poder hacerlo.
El estado de deterioro de las edificaciones habaneras requiere de
inversión capital, por parte del gobierno, único responsable del estado
en que se encuentran actualmente.
El programa del Moncada prometía, entre otras cosas, la construcción de
viviendas decorosas. Pero ya se sabe que exportamos milagros y vivimos
bajo la égida del engaño.
La solución a estos problemas está por las nubes o en lista de espera.
La desverguenza mina el discurso oficial, mucho más en lo que a
seguridad social y vivienda se refiere. Mientras, constantemente estamos
en la espera de nuevos derrumbes y muchos muertos más.
Para Cuba actualidad: lizama1961@gmail.com
http://primaveradigital.org/primavera/cuba-sociedad/sociedad/3944-desastre-urbano.html
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