Lo que queda de mi barrio
¿Podrá recuperarse aquella Habana que existía cuando la República?
Jueves, marzo 2, 2017 | Jorge Luis González Suárez
LA HABANA, Cuba.- Muchos sienten nostalgia por el lugar donde nacieron.
Volver a esos sitios de la niñez y la adolescencia, cuando estamos lejos
de ellos, es un reflejo casi innato.
Ese sentimiento de añoranza me atrapó hace unas semanas e hizo que
retornara a aquel barrio habanero en el cual viví mis primeros años: El
Pilar.
Nací hace 69 años en la clínica San Juan Bosco (el actual policlínico
Abel Santamaría), ubicado en la Calzada de Monte. Del otro lado de dicha
calzada se extendía el barrio de El Pilar.
Hasta los 12 años viví en un muy modesto apartamento de un edificio
situado en el edificio del número 61 de la calle Zequeira.
Es en ese barrio donde se hallaba la parroquia donde ejerció su
ministerio eclesiástico monseñor Ismael Testé, el sacerdote que me bautizó.
Hace unas semanas, la primera visita que hice en El Pilar fue al
inmueble donde nací. Con sorpresa encontré que las dos altas puertas de
madera dura de su entrada principal desaparecieron. Los portones fueron
sustituidos por rejas anacrónicas y mal hechas.
El techo del zaguán que da paso al pasillo y la escalera al primer piso
tiene en varios lugares las cabillas al aire, pues ha perdido casi por
completo el repello.
Otras partes de la construcción se encuentran en similares condiciones,
y la escalera de caracol que conduce a la azotea da la impresión de que
se derrumbará pronto.
Los establecimientos que había en la cuadra donde habité se esfumaron.
Existía una bodega en cada esquina. Al frente de un puesto de chinos,
había una carnicería. También había una lavandería y una barbería. De la
escuela pública tampoco hay ni rastro. Solo quedan las casas
particulares, y eso porque sus moradores se las arreglan como pueden
para mantenerlas.
Encaminé mis pasos hacia la histórica Esquina de Tejas, a solamente dos
cuadras de mi antiguo domicilio. Allí ya nada queda. El bar-cafetería y
panadería, situado en una de las esquinas, donde mis padres adquirían
los gigantescos sándwiches de aquella época para tres personas por un
peso con veinte centavos, y que eran de los mejores de La Habana, está
en peligro de derrumbe.
El cine Valentino —al cual los muchachos llamábamos "el palomar de
Bartolo" por su estructura—, la valla de gallos y la florería fueron
demolidas. Este espacio lo ocupan hoy dos edificios de 20 plantas, que
ya presentan problemas de deterioro debido a la falta de mantenimiento.
El ángulo opuesto, que ocupaba el bar Cantabria, hoy es un espacio vacío.
En la cuadra que se encuentra entre la esquina de Tejas y San Joaquín
había, según recuerdo, otra excelente panadería, el estudio fotográfico
Roxy, una joyería, un tostadero de café donde se compraba este producto
molido al instante, una ferretería, una bodega y un bar, entre otros
comercios. Todo esto se fue a bolina.
La antigua Casa Mimbre, donde mi padre adquirió el juego de cuarto que
aún conservo, fue reconstruida en su totalidad, tras desplomarse parte
del inmueble. Hace más de 60 años contemplé en sus vidrieras un tren
eléctrico de juguete que me hizo soñar con él por mucho tiempo.
Ahora, en la Casa Mimbre venden de todo, cualquier cosa, excepto
muebles de mimbre.
Al frente había una tienda que vendía efectos electrodomésticos, en la
cual vi por vez primera en mi vida un televisor a color. A su alrededor
había dos peleterías, otra mueblería, un bar, una bodega y otros
comercios. Todo esto en solo unos 100 metros.
Otros establecimientos que existieron en la calle Monte hasta el Mercado
Único, fueron las tiendas La Defensa (de telas y confecciones), la Casa
Bulmas y la famosa Casa de las Liquidaciones, más conocida por la Casa
de los Tres Kilos. Hoy ninguno de estos locales presta la función inicial.
En el piso de un portal, dentro de este tramo al que me refiero, existió
un comercio cuyo nombre fue Cuba Libre. En este espacio, hoy en ruinas,
personas provenientes del interior del país improvisaron viviendas al
estilo llega y pon. ¡Qué ironía del destino!
La tristeza y estupor que me produjo ver tamaño desastre me hace pensar
en lo difícil y costosa que será la reconstrucción de aquella gran
Habana en una Cuba democrática. Ojalá Dios me dé vida para verlo.
joreluigonza72015@gmail.com
Source: Lo que queda de mi barrio CubanetCubanet -
https://www.cubanet.org/opiniones/lo-que-queda-de-mi-barrio/
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