Vivir en un solar no es tan lindo nada'
Hacinamiento, derrumbes inminentes… una imagen muy distinta de la que ha
intentado vender el régimen
Lunes, febrero 6, 2017 | María Matienzo Puerto
LA HABANA, Cuba.- La estructura de las ciudadelas, cuarterías, casas de
vecindad o de los solares ha variado en La Habana según las necesidades
de vivienda. Antes de 1959 eran edificaciones subdivididas con baños
comunes ubicados por lo general en los barrios marginales de la ciudad;
después pasaron a ser solares también los palacetes abandonados que la
revolución repartió en calidad de usufructo a quienes lo necesitaban.
Hoy una cuartería puede ser cualquier cosa, desde un cine que comenzó
siendo un refugio para evacuados tras el paso de un ciclón, una librería
que fue cedida a damnificados tras un derrumbe, o un almacén de víveres
ocupado por un grupo de necesitados que se colaron ilegalmente.
También existe la variante de familias que han ido creciendo y han
segmentando la casa para ganar en privacidad. En el Vedado, detrás del
Convento de Letrán viven los Caín; en el municipio 10 de Octubre, por
años entre los primeros en sobrepoblación, proliferan las casas
fraccionadas en cuartos con cocinas, baños y salas independientes.
Neptuno 620 antiguamente era una tienda, después pasó a ser una
librería, ahora las paredes —lo mismo de bloques que de madera— se
confunden con lo que queda de vidriera. En la entrada por lo general hay
una manicura con sus clientas. Una de ellas cuenta las vicisitudes de
los vecinos.
"Imagínate que aquí nos han echado hasta maletines con mierda porque el
ambiente es lo peor", y agrega: "Nosotros vivíamos en el 616, y cuando
se cayó, hace 15 años, nos dijeron que nos evacuáramos aquí porque en
cualquier momento nos daban un apartamento en Alamar… y ya ves, hemos
tenido que crearnos nuestras propias condiciones. Aquí quedamos los que
hemos sobrevivido. Unos se han muerto, otros se han ido del país…"
La manicura tiene guarda menos esperanza: "En cualquier momento lo que
vienen es a ponernos una multa porque ya empezamos a cogernos el portal
y con esas leyes de que no se puede cambiar nada en las fachadas, nos la
aplican. ¿Pero qué querían? ¿Que estuviéramos toda la vida así viviendo
como en un corral, todo el mundo mirándonos a la cara?"
En San Lázaro 58 viven, entre otras personas, una señora de sesenta y
tantos años y su madre con demencia senil. Su casa, hecha de todos los
materiales imaginables, está dentro de un parqueo.
"Uy, esto era por un ratico y llevamos 24 años aquí", dice la más joven,
"y sin esperanzas de que cambie la cosa. Bueno, es que ni siquiera nos
han dicho que puede cambiar".
En San Miguel 559, Centro Habana, una adolescente dice no tener
recuerdos de su casa en buen estado. "Hace 16 años que estoy viendo el
techo apuntalado, y me acuerdo cuando el segundo piso se cayó, cuando yo
era niña".
El solar de La California ha sido uno de los más afortunados: Isaac
Delgado lo popularizó, se graban vídeos clips en su patio interior, en
el 96 fue reparado y, de 51 cuartos, pasó a tener 36 apartamentos.
Bárbara, la encargada de proyectos del solar, confiesa: "Lo que nos
queda es solo la fama".
"En el 96 estuvimos seis meses albergados, reconstruimos el solar con
nuestros propios esfuerzos, un grupo de familias se fueron a vivir a
otro lado, y como mejoraron las condiciones de vida, por supuesto que
mejoraron las relaciones", explica. "Ahora no tengo que preocuparme por
el baño colectivo ni por la barbacoa a punto de caerse". Sin embargo, la
tendedera de ropa para algunos es la reja de la entrada y los espacios
comunes son para que los ancianos cojan sol en sillas desvencijadas.
Línea y B es uno de los tantos palacetes del Vedado que perdió hace años
los balcones, las tuberías de desagüe sobresalen de las paredes y está
dividido en 21 cuartos.
"¿Qué diferencia puede haber entre vivir en un solar en el Vedado y otro
en la Habana Vieja o en Luyanó si son 5 libras de arroz y dos
adicionales en cualquier parte de la ciudad?", dice un vecino de Línea y
A, que acostumbra a coger aire en lo que queda de portal. "La revolución
se ha encargado de equilibrarlo todo, pagas 21 dólares por un par de
tenis lo mismo en el Vedado que en el Cotorro, hay lo mismo en el agro
de 26 que en el de la Víbora, lo importante es sentirse bien", y busca
aprobación en la presidente del Comité de Defensa de la Revolución (CDR)
que está pendiente a todo.
La vida en una casa de vecindad no es solo la imagen de solidaridad, de
café compartido con amor entre los vecinos o la complicidad que han
promocionado en no pocas ocasiones por los medios cubanos. También es el
hacinamiento, la promiscuidad de más de veinte apartamentos donde
debiera haber solo uno o dos. A veces lo más duro de la convivencia con
desconocidos —que después de años ya no lo son tanto— son los pequeños
detalles constructivos y de higiene.
"Vivir en un solar no es como lo pinta Buena Fe en sus canciones, ni
parece una telenovela ni es tan lindo nada", dice Javier, que tuvo una
novia en una cuartería famosa del Vedado, la de los Caín. "Lo peor son
los detalles, la música a todo meter, la basura en el pasillo, el
tendido eléctrico que parece tendedera, si se arma una bronca te meten
aunque no quieras", a lo que se puede agregar las soluciones para las
entradas de agua colectiva, los baños construidos donde apenas hay
espacio, las entradas obstruidas por las ampliaciones, las fosas
desbordadas o abiertas, las tendederas de ropa en espacios comunes y la
intimidad que los vecinos hacen colectiva.
Source: 'Vivir en un solar no es tan lindo nada' | Cubanet -
https://www.cubanet.org/actualidad-destacados/vivir-en-un-solar-no-es-tan-lindo-nada/
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