"SOS para Baracoa, Maisí y Guantánamo", en eso coinciden los cubanos
16 de octubre de 2016 - 20:10 - Por IVÁN GARCÍA
Tras el azote de Matthew, estos pueblos aguardan aún porque el Gobierno
deje de politizar la ayuda solidaria y los asista en la reconstrucción
GUANTÁNAMO.- La calle posterior al estadio beisbolero Nguyen Van Troi,
sede de los Indios del Guaso en la Serie Nacional, pide a gritos una
capa de asfalto. Entre piedras y polvaredas, en una minúscula casa con
techo a dos aguas, reside Rigoberto, jubilado de 84 años.
Cada mañana, el anciano se llega a un puesto de venta ambulante en la
Calle 4, a tomarse un café fuerte. "Y si tengo algún dinerito, me compro
un pan con tortilla de tres pesos", dice, sentado en un banco de granito
del Parque José Martí, en el corazón de Guantánamo.
Nacido en la oriental ciudad, donde los minutos parecen horas y la gente
mata el tiempo tramando el futuro fuera de su provincia, contando
fábulas o charlando sobre deportes, varios ancianos aburridos hacen una
pequeña cola frente a un quiosco para comprar el periódico Venceremos,
gacetilla parecida al diario Granma, pero con más noticias de color.
Los amantes al béisbol están molestos porque su equipo no clasificó a la
segunda ronda de la temporada nacional. "La tuvieron en la mano. Pero
perdieron cuatros juegos al hilo. Otra decepción más. Como siempre.
Ahora que no hay pelota, uno se entretiene hablando de los desastres que
provocó el huracán en Baracoa y Maisí, de las novelas o tomando
Planchao", acota Rigoberto.
El Planchao, una cajita de cartón con vaso y medio de ron blanco, se
vende como pan caliente en la ciudad de Guantánamo. Igual que las
pizzas. En una calle transversal a la arteria principal, decenas de
personas hacen cola para comprar pizzas y espaguetis.
El precio de las pizzas es caro para el bajo poder adquisitivo de los
lugareños. Veinte pesos la de jamón y veinticinco las de jamón de
pierna. "Son las mejores pizzas de Guantánamo. Es uno de los negocios
particulares más exitosos", señala Leandro, quien maneja un Lada de la
era soviética que utiliza como taxi privado.
Los restaurantes en moneda dura están desiertos, a pesar que sus
precios, en comparación con los de La Habana, son relativamente baratos.
El lugar más chic de la ciudad es el lobby del Hotel Guantánamo.
De cuatro plantas, pintado de un amarillo que irrita la vista, el hotel
tiene el estilo constructivo de las escuelas en el campo edificadas por
la revolución de Fidel Castro. Allí acuden los bolsillos más boyantes de
Guantánamo, a conectarse en el wifi del lobby mientras beben con calma
cerveza nacional o importada, un diez por ciento más cara que en otros
sitios.
Desconsuelo
En Guantánamo apenas hay turistas. En una cafetería a la entrada del
pueblo, media docena de chicas jóvenes flirtean con los parroquianos
para que les paguen una cerveza o una ración de pollo frito.
Pasada las once de las noche, en las calles guantanameras no se ve un
alma. A pesar de la aparente tranquilidad, "hay una ola de robos. Lo
mismo se roban una sábana que un short viejo tendido en el patio. Hace
unos días, un ratero intentaba robar la turbina de mi edificio. Di la
voz de alarma y por poco los vecinos linchan al ladrón", cuenta Leandro.
A raíz del ciclón, las instituciones jurídicas están castigando con mano
dura los actos delictivos. Un joven que trasegaba harina de una
panadería fue sancionado a un año de prisión, informó el periódico
Venceremos.
Pero donde la cosa está caliente es en los municipios alejados de la
capital de provincia. Baracoa, donde el huracán destruyó el 90 por
ciento de las casas y también los sembrados de coco, cacao y café, se ha
convertido en el foco más mediático debido al secretismo estatal y la
militarización en la Ciudad Primada.
Pero en Maisí el desastre fue mayor. De 600 casas, solo veinte quedan en
pie. Y en La Llana, una zona apartada, de trece viviendas, solo
sobrevivieron dos. Entre las que se perdieron está la de Dolores Matos,
87 años.
Luis Humberto, pariente de Matos, residente en la ciudad de Guantánamo,
asegura que su tía "no tiene dinero para comprar los materiales de
construcción ni a precios subsidiados. La comisión que reparte los
materiales lo debe tener en cuenta. Hay miles de familias que no tienen
ni donde caerse muertas. El Estado debiera sufragar los materiales de
esas familias".
A Fernando, hermano mayor de Rolando Rodríguez Lobaina, líder de la
organización disidente Alianza Democrática Oriental, y director de
Palenque Visión, una agencia que produce audiovisuales, la desgracia se
ha cebado con su familia.
Recientemente, Fernando perdió una hija que residía en Madrid y enfermó
de cáncer. A la semana de llegar a Baracoa, Matthew le arruinó su
rancho. "He perdido por partida doble. Los daños del ciclón se pueden
superar. La vida de mi hija jamás se va a recuperar", dice con tristeza.
Considera que para volver a la normalidad en Baracoa se necesitan "diez
o quince años, quizás más. Aquello está destrozado. No quedó una planta
en pie. Los vecinos hacen cola para conseguir agua potable y la comida
escasea o se vende a precios muy caros", comenta Fernando, mientras
recorre las tiendas de Guantánamo, para adquirir enseres básicos y
levantar de nuevo su hogar.
Solidaridad
Si algo positivo ha traído el huracán Matthew es una ola de solidaridad
entre los cubanos. Todos los guantanameros consultados están de acuerdo
que las zonas afectadas tienen máxima prioridad.
"Que todo el que pueda ayudar, que ayude. Que el Gobierno y personas en
el extranjero dejen de politizar las donaciones. Al final los que se
joden son los que perdieron sus casas y sus cosas. Yo estoy dispuesto a
donar de mi pensión, durante dos o tres meses, para ayudar a los
damnificados", indica el jubilado Rigoberto.
Como la mayoría de sus coterráneos, él tiene muy poco que dar.
Source: SOS para Baracoa, Maisí y Guantánamo, en eso coinciden los
cubanos | Cuba -
http://www.diariolasamericas.com/america-latina/sos-baracoa-maisi-y-guantanamo-eso-coinciden-los-cubanos-n4105473
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