Cuando la fantasía cobra forma en la piedra
El Palacio de Guasch en Pinar del Río, ¿fue locura o excentricidad?
JUAN CARLOS FERNÁNDEZ, Pinar del Río | Octubre 08, 2014
La edificación más extravagante de la arquitectura de Pinar del Río se
erigió en la primera década del pasado siglo. Después de adquirir un
terreno situado en la calle Martí y Cabada, el señor Francisco Guasch
comenzó la construcción de este peculiar lugar, con la ayuda de solo dos
albañiles. Al concluir, todos miraron asombrados lo que hasta hoy
conocemos como el Palacio de Guasch.
Seres mitológicos, gárgolas que sobresalen desafiantes y rocambolescas
formas, caracterizan el edificio. Todos esos elementos los trajo Guasch,
quien era médico de profesión, después de viajar por Europa y estudiar
también las culturas milenarias del lejano Oriente. París lo cautivó por
ser cuna de la arquitectura gótica que después intentó repetir en
Vueltabajo.
Cuando regresó a Cuba, emprendió aquel proyecto que no tenía igual con
ningún otro edificado en aquellos tiempos, mucho menos en una ciudad de
provincia. De sus paredes brotan dragones y gigantescos caballos de mar
y unas afiladas agujas rematan la parte superior de toda la fachada. La
imaginación de Guasch no tuvo límites y gracias a su exuberancia
creativa nos legó una obra que engalana la propia entrada a la capital
de Pinar del Río.
La infrecuente belleza de esta edificación radica, en principio, en que
no se puede inscribir en un determinado estilo arquitectónico, sino que
mezcla conceptos y formas hasta el punto de resultar insólita e
inquietante. Esta mezcolanza se debe a la fantasía del doctor Guasch,
quien con mano propia iba impregnando en el palacio sus propios
conceptos estéticos, sueños y visiones. El resultado final es un híbrido
subyugante y peculiar.
¿Fue locura o excentricidad? De todo un poco. Lo que no cabe duda es que
este raro legado que nos dejó Guasch debe ser preservado por todos. Sin
embargo, la desidia y la falta de mantenimiento han dejado hondas
cicatrices en toda su estructura y en las figuras oníricas que brotan de
su fachada.
Después del año 1959 la edificación se utilizó para funciones
administrativas, hasta que por razones desconocidas quedó casi en desuso
durante años, a merced de la lluvia, los roedores y el viento. A
principios de la década de los años ochenta el Gobierno provincial
decidió convertir este símbolo pinareño en la sede del Museo de Historia
Natural
Tranquilino Sandalio de Noda. En sus salones se instalaron exhibiciones
permanentes de flora y fauna, la mayoría de ellas sobre nuestra
provincia. También reconstrucciones a tamaño natural de dinosaurios, que
constituyen toda una atracción para grandes y chicos.
El tiempo ha pasado, y hoy esta bella y enigmática construcción presenta
un avanzado estado de deterioro. Solo se han sometido a restauración los
marcos de puertas y ventanas, al no alcanzar el presupuesto para más.
Los trabajadores del lugar aseguran que habrá que esperar al año próximo
para una nueva asignación presupuestaria que permita reparar el techo,
ahora malogrado por incontables filtraciones. No se avizora una
restauración total, aunque el Palacio de Guasch la necesita con urgencia.
Los pinareños esperan con ansiedad que esta obra patrimonial , verdadera
curiosidad arquitectónica de la ciudad, no siga siendo víctima de la
desidia. Los criaturas que asoman en sus muros y toda la fantasía que
desborda el lugar merecen ser apreciados por las futuras generaciones.
Source: Cuando la fantasía cobra forma en la piedra -
http://www.14ymedio.com/cultura/Pinar_del_rio-Palacio_de_Guasch_0_1648035188.html
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