La ruta del ladrillo: del derrumbe al mercado negro
Con buena suerte, 500 unidades serán unos dos mil pesos ganados en
escasas horas, las vigas de acero valen cada una, 20 "fulas" (pesos
convertibles).
Mario Hechavarria Driggs
octubre 24, 2012
En Cuba hay hechos que jamás serían noticia, de acuerdo a la voluntad de
los dirigentes del Partido Comunista, que controlan los medios de
información. "La demolición de un edificio inhabitable en la calle San
Rafael y la muerte de dos seres humanos".
Luego de cercar el área con la ayuda de la policía y ubicar la técnica
adecuada para el trabajo a realizar, los trabajadores de la "Empresa en
Demolición del Poder Popular", se sentaron a esperar a que los jefes
les garantizaran el almuerzo y la merienda del día, si no, trabajarían
media mañana.
Pasaron el primer día echando abajo pedazos de balcones y otros
salientes arquitectónicos, cayó la noche y con las sombras nocturnas del
domingo 21 de Octubre, llegaron unos ciudadanos dispuestos a jugarse el
todo por el todo, robarse unos ladrillos y las vigas de acero, aspirando
a unos pesos demás. Pero resultó fatal, la caída estrepitosa de las
estructuras principales del vetusto edificio, sepultando a uno de los
buscadores de "tesoros", mientras otro cayó mortalmente herido al tratar
de huirle al pronosticado derrumbe.
Estos arriesgados buzos por cuenta propia recogen ladrillotes,
llamados así por su mayor tamaño cuando se los compara con los
comúnmente vendidos en las unidades estatales de materiales de la
construcción y vigas de acero para puntales. Los precios, el tamaño y
hasta la distancia de su transportación, garantizando entrega a
domicilio, hacen de los "ladrillos" un producto altamente solicitado.
Con buena suerte, 500 unidades serán unos dos mil pesos ganados en
escasas horas, las vigas de acero valen cada una, 20 "fulas" (pesos
convertibles). Según se dice, la calle está difícil y el dinero anda
perdido.
Se conoce que había guardia nocturna porque allí quedaron equipos e
instrumentos propios del trabajo iniciado el día anterior. El frente de
la edificación fue cercado, protegiendo a vehículos y peatones en una
calzada de mucho tránsito. Sin embargo, siempre hay como entrarle a
estas peligrosas ruinas si existe la disposición de correr el riesgo,
pagando unos pesitos de más.
Hubo seguramente las conocidas palabras de: "No se metan ahí, miren que
eso se cae en cualquier momento", pero pasaron por alto, además de la
poca energía o indiferencia ante lo que sucedía y sobre todo lo porvenir.
El trágico final llegó acompañado de la rápida demolición y limpieza del
área, esta vez eficientemente protegida contra los sempiternos invasores
de las muchas ruinas que abundan hoy en la avejentada Habana.
¿De qué hablaremos entonces?...Tal vez unos recuerden a las víctimas
entre tanto otros comenten sobre los afortunados que lograron burlar la
muerte por unos cuantos pesos. Que en paz descansen los fallecidos, "La
vida sigue Igual".
http://www.martinoticias.com/content/lahabana-ladrillos-buzos-derrumbes/15942.html
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