Monday, April 9, 2012

Entre ruinas y parques

Entre ruinas y parques
Lunes, Abril 9, 2012 | Por Lucas Garve

Desde hace décadas, el remedio más socorrido del gobierno, para eliminar
las huellas de los derrumbes habaneros, es llenar el espacio con un
parque. Así sucedió con el sitio donde hubo un inmueble cuyo
desmoronamiento provocó la muerte de tres jóvenes.

En la esquina de las calles Infanta y Salud había un edificio
inhabitable, por el mal estado en que se mantuvo durante muchos años.
Pero ningún organismo estatal se preocupó por repararlo. Hasta que se
vino abajo.

La mayoría de los inmuebles del municipio Centro Habana presentan un
estado constructivo entre regular a pésimo. Sus moradores continúan
habitándolos por el momento, en muchos casos con riesgo para sus vidas.

En la actualidad, con las leyes de compra-venta de viviendas, y con la
puesta en marcha de planes para financiar reparaciones entre personas de
bajos recursos, los problemas acumulados a lo largo de tantos años los
han pasado, como papa caliente, a los habitantes de los edificios.

Así que apostar por la mala memoria de la gente, construyendo parques en
los espacios que antes fueron edificios en ruinas, es la salida más
fácil, y es recurso idóneo para darle un barato maquillaje al rostro de
una ciudad que se cae a pedazos.

La falta de mantenimiento en la mayoría de los inmuebles, ubicados en
diferentes municipios capitalinos, afecta a cientos de miles de
familias, que no duermen en paz, temiendo lo peor, ni pueden asegurar el
futuro hábitat de sus generaciones más jóvenes.

Si en los espacios desocupados por inmuebles derruidos se reconstruyeran
viviendas para los antiguos habitantes, el asunto tomaría un cariz
distinto, pero lamentablemente no es el caso.

En una abrumadora mayoría, los moradores salidos de un edifico en ruinas
van a parar a albergues de tránsito, aunque la palabra "tránsito" no
posea ya la significación de provisionalidad, porque allí pueden pasar
largos años sin que se les asigne el derecho a una nueva vivienda.

Carmita vivió en un apartamento de un edificio de la calle San Rafael,
en Centro Habana, desde que nació. Pero un día, el derrumbe de la
sección trasera obligó a sus habitantes a irse a vivir a un albergue, en
Párraga, un suburbio alejado del centro de la capital. Por ese barrio la
encontré un día, cuando fui a la iglesia de Santa Bárbara, y me contó de
su desgracia al vivir tan distante de los lugares donde quedaron sus
recuerdos y sus amistades de toda la vida. Casos así se enumeran por miles.

De esta manera, el rostro de La Habana se recompone a duras penas y
también la suerte de sus habitantes, quienes no entienden que sea más
beneficioso tener un parquecito más, cuando tanta falta hace la
edificación de nuevas viviendas en los espacios limpios ya de ruinas.

http://www.cubanet.org/articulos/entre-ruinas-y-parques/

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