diciembre 15, 2011
Yusimi Rodríguez
HAVANA TIMES, 15 dic — El pasado 11 de noviembre, parte de la casa natal
de Irina Pino, de 46 años de edad, se derrumbó. Pero este no es el
típico caso de una vivienda cubana que se derrumba por el mal estado de
la construcción y los años sin recibir mantenimiento.
Irina Pino: Los vecinos de los bajos empezaron a hacer arreglos dentro
de su casa. En el portal, quitaron un capitel de la columna de carga.
Primero cayó un cernido del techo, y luego ocurrió el gran derrumbe. Se
cayó el balcón y dos de los tres cuartos que tenía el apartamento.
HT: ¿La casa de esos vecinos también se dañó?
Irina: El techo del portal se dañó un poco, la casa está intacta.
HT: Me dijiste que tu casa fue construida entre 1919 y 1920, o sea,
tiene casi un siglo de existencia. ¿En qué condiciones se encontraba?
Irina: No había sido reparada en mucho tiempo. Delante, hay un árbol muy
grande de laurel que cubría todo el frente de la casa y por tanto había
mucha humedad en el balcón. Pero si los vecinos no se hubieran puesto a
dar golpes, no habría sucedido nada.
HT: ¿Cómo puedes estar tan segura de eso cuando hablamos de una
construcción de 1920, aproximadamente, que además no había sido reparada
en mucho tiempo?
Irina: Fue lo que dijo la arquitecta que hizo el dictamen. Tal vez,
habría tenido problemas en algún momento, mucho más adelante. Pero lo
que sucedió ahora, fue a causa de los golpes que dieron los vecinos. La
columna de carga era lo que sostenía toda esa fachada.
HT: Entonces, los vecinos de los bajos deberían indemnizarlos a ustedes.
Irina: Por supuesto, pero aquí las demandas no funcionan. Además, estas
personas tienen un hijo con retraso mental, y además inválido. Son un
caso social. No poseen bienes, un carro, nada con qué responder a la
demanda. Podríamos hacer la demanda, supongo, pero no sacaríamos nada.
Aunque Irina nació en esta casa, ubicada en el Vedado, no ha vivido aquí
desde que se casó. Vive ahora en Miramar con su esposo y su hijo de doce
años. En esta casa vivían ahora sus padres, su hermana y el esposo.
Pero hace poco más de un año, la madre de Irina se fracturó la cadera y
el padre sufrió una isquemia. Además, no pueden estar separados. Han
estado casados por más de sesenta años. Desde entonces, ambos han vivido
con ella en Miramar, pero tienen la aspiración de regresar a su casa.
Irina: No les he contado lo que sucedió con su casa porque son muy
mayores. Ella tiene ochenta años y él, ochenta y dos. Tengo miedo de que
el disgusto perjudique su salud.
En estos momentos, el interior de la casa está totalmente apuntalado. No
se sabe si será habitable cuando termine la demolición.
HT: ¿Qué solución están buscando tu hermana y su esposo?
Irina: Están buscando un abogado, para ver si se puede resolver una
vivienda. Si mis padres deciden regresar, la casa solo tendrá un cuarto,
si finalmente es habitable. No habrá espacio para cuatro personas. Pero
eso es algo que también demora mucho. Y si tienen que ir para un
albergue… Tengo una amiga que estuvo diez años en un uno, al cabo de ese
tiempo le dieron, por fin, un apartamento. Durante esos diez años vivió
mal, porque los albergues no están en buenas condiciones para vivir.
HT: ¿Cómo lo han tomado tu hermana y su esposo?
Irina: Mi hermana lo ha tomado muy mal. Es una persona enferma de los
nervios. Cuando ocurrió el derrumbe, empeoró. El estruendo fue muy
fuerte, algo impresionante. Hubo que ingresarla. Ahora está como una
nómada, de un lugar a otro. Una persona en la condición de ella debe
tener su casa. Ellos son los que peor la están pasando.
HT: ¿Dónde se están quedando? Supongo que no continúan en la casa.
Irina: A veces duermen allí, pero vienen y van. No pueden quedarse todo
el tiempo, porque es peligroso. A veces se quedan en un cuarto de la
casa de la familia de él. Es una casa pequeña donde viven varias
personas. El cuarto tampoco está en buenas condiciones.
HT: Me llama la atención que en medio de todo esto, tuviste la sangre
fría de tomar fotos del desastre.
Irina: Vi que todo el que pasaba, tomaba fotos. Aquello se convirtió en
una especie de zona turística, la gente fotografiaba, filmaba. Entonces,
yo también decidí tomar fotos porque esa fue la casa donde nací.
La gente que pasaba me preguntaba por qué tomaba tantas fotos y les
decía que esa era mi casa. Se quedaban impactados, les asombraba la
tranquilidad con que lo tomé. Me ha afectado, pero no lo exteriorizo ni
estoy lamentándome todo el tiempo, como personas que ni siquiera vivían
allí y se pasan el tiempo lamentando, preguntándose qué va a pasar.
La gente sabe todas las penurias que siguen a la pérdida de una casa.
Irina no está ajena a la realidad, pero intenta asumirla con optimismo y
sabiduría.
Irina: Espero que haya una solución. Por lo menos, mis padres están
conmigo, tienen un techo. Es lo que más me preocupa. La casa es una
casa, no es para siempre. Todo tiene su nacimiento y su muerte. Nada es
para siempre y nosotros tampoco.
Días después de conversar con Irina, terminó la demolición de su casa
natal. La declararon inhabitable. Hubo que trasladar los muebles para su
casa, por miedo a que se los robaran. Ya se habían llevado dos puertas.
Los propios trabajadores de la demolición estaban sustrayendo cosas. A
sus padres, tuvo que decirles que la casa la estaban reparando. No sabe
cuándo, ni cómo les contará la verdad.
A su hermana y al esposo solo les ha quedado la opción de ir a un
albergue. Pero a la vez, en el lugar no hay capacidad para más personas.
La hermana continúa ingresada, ya lleva veinte días en el hospital.
No comments:
Post a Comment