Friday, November 18, 2011

Sigue acoso contra paciente de VIH-SIDA

Sigue acoso contra paciente de VIH-SIDA
18-11-2011.
Dania Virgen García
Periodista Independiente

(www.miscelaneasdecuba.net).- Después de que el gobierno aprobó las
nuevas leyes sobre la vivienda, los directores y funcionarios de las
Dirección de Vivienda están inconformes, aunque no será por mucho
tiempo: siempre encontrán alguna forma de seguir en la corrupción.


Onacry Interián Portillo sigue acosada por estos corruptos funcionarios.
En la mañana del 7 de noviembre fue visitada por el segundo jefe de
extracción de la Dirección de Vivienda de la Habana Vieja, llamado
Yosbani, para plantearle que a ella se le asignó una vivienda en el
municipio San Miguel del Padrón.

La casa tiene una cisterna en la sala. En la placa vive una sobrina de
la antigua propietaria, y en el patio otro familiar, que entra y sale
por dentro de la casa supuestamente asignada a Interián Portillo.
Sus hijas están enfermas. Linnory, de 12 años de edad, padece de
epilepsia, RMS, lesión cerebral neuro vegetativa, problemas sicomotores
y es miope. La más pequeña, Elia, de 9 meses, nació con VIH-SIDA.

El 8 de noviembre se personó la presidente del Consejo popular con dos
agentes. Al no abrirles la puerta, le enviaron a la delegada del Poder
Popular, Gladys, quien le advirtió que ella y sus hijas serian extraídas
a la fuerza de la vivienda. El día 9 se personó una capitana de la
unidad de la policía de Cuba y Chacón, para comunicarle que seria
extraída a la fuerza.

Onacry, que es paciente de VIH-SIDA, se encuentra de licencia
extrapenal. Por un delito de Hurto, en la causa 419-2000, fue condenada
a cumplir 8 años de cárcel. Dice no cometió tal delito, que fue a
prisión por convicción, una rara maña de la justicia castrista. Le falta
un año para terminar su condena.

Salió de licencia hace dos años y medio y trató de reincorporarse a la
sociedad. El único delito que ha cometido es que se encuentra en una
vivienda que le dio el antiguo propietario. Es probable que sea revocada
su licencia extrapenal y la envíen para la prisión de mujeres Manto
Negro. Así podrán quitarle su casa. No será la primera vez que ocurre
algo así.

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=34326

Thursday, November 17, 2011

Detrás de los nuevos cambios

Detrás de los nuevos cambios
Jueves, Noviembre 17, 2011 | Por Laritza Diversent

LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) – La nueva normativa
vigente en materia de vivienda derogó una parte de las normas que
impedían a los emigrantes cubanos disponer de sus viviendas antes de
salir definitivamente del país. Sin embargo, dejó vigente la Ley 989 de
5 de diciembre de 1961, que impone el permiso de entrada y salida, y la
confiscación de bienes por esta causa.

Desde antes de que fueran aprobadas las recientes medidas, se comentaba
en círculos informales que esta ley sería eliminada del sistema legal
cubano. Sin embargo, se derogó únicamente la normativa que la
complementaba y permitía su aplicación.

El Instituto Nacional de la Vivienda, el Ministerio de Justicia y el
Ministerio del Interior, por medio de la Resolución Conjunta No. 1/2011,
derogaron la resolución que emitieron el 22 de agosto de 1995, que hacía
efectiva la aplicación de la Ley 989/1961 y tenía como objetivo impedir
que los emigrantes evitaran la confiscación y dispusieran de sus bienes
antes de salir del país.

¿Por qué dejarían vigente una ley que ha perdido todo sentido? Con la
nueva modificación, el Estado confiscará la vivienda de residencia de
los propietarios que no hayan dispuesto de ella antes de emigrar.
Tampoco tiene lógica mantenerla, porque impone a los cubanos el permiso
de entrada y salida. La actual Ley de Migración y su Reglamento, imponen
y regulan la forma de obtener estos permisos.

No obstante, continúan los comentarios a nivel de pasillo sobre la
aprobación para finales de este año, de una nueva ley de migración. Si
eso sucede, quizás se derogue expresamente la Ley 989/1961. Se rumora
que extenderán el tiempo de permanencia en el exterior a dos años.
Actualmente la residencia cubana se pierde a los 11 meses y un día.

Los más entusiasmados afirman que cuando el río suena es porque piedras
trae. Personalmente no soy tan optimista. Me cuesta trabajo creer que el
gobierno renuncie así de fácil a controlar su emigración.

De una cosa no hay dudas, la Ley 989/1961 entrará en desuso. Tal vez
sobrevenga su derogación tácita. Sin embargo, en el sistema legal
cubano, norma que no esté expresamente derogada, mantiene su vigencia.
Una regla que rige por tradición.

El problema está en un posible retroceso. En 1993, el Estado, con la
llegada del interminable Periodo Especial, permitió el auge del trabajo
por cuenta propia. En 1997 comenzaron nuevamente las restricciones para
obtener licencia de cuentapropistas, que fueron eliminadas en octubre de
2010 con las nuevas regulaciones para este sector. La incertidumbre se
niega a abandonarnos.

Tampoco hay duda de que los cambios acontecidos y los que se rumora
llegarán, son buenos y esperados por los cubanos. El problema está en
que su adopción y permanencia dependen únicamente de la voluntad de la
clase política, que entra en periodo de elecciones generales en 2012.

Quizás los cambios no sean más que eso: una estrategia para aumentar el
nivel de aceptación del Partido Comunista de Cuba entre la población. No
por casualidad están ocurriendo en la segunda mitad del primer mandato
del jefe de Estado y de Gobierno, y Primer Secretario de la única y
gobernante organización política reconocida en el país, Raúl Castro Ruz.
Tal vez sea una simple coincidencia, pero no me lo parece.

http://www.cubanet.org/articulos/detras-de-los-nuevos-cambios/

Wednesday, November 16, 2011

Vender y comprar vivienda en Cuba

Vivienda

Vender y comprar vivienda en Cuba

Hace mucho que la vivienda en Cuba no es problema, es catástrofe
Maida L. Donate, Arlington (Virginia) | 16/11/2011

El pasado 2 de noviembre, Día de los Fieles Difuntos, se publicó en la
Gaceta Oficial de la República de Cuba, el Decreto-Ley Número 288,
Modificativo de la Ley No. 65, de diciembre de 1988, "Ley General de la
Vivienda". El Presidente del Consejo de Estado la firmó el 28 de octubre
y los ministros del Banco Central, de Finanzas y Precios y de Justicia,
así como, la Presidenta del Instituto Nacional de la Vivienda, firmaron
las correspondientes resoluciones ejecutivas el 31 de octubre,
coincidiendo con el Día de las Brujas o Halloween. Después de leer el
texto publicado en la GO me he quedado con la duda si los que redactaron
y firmaron estos documentos, estaban legislando en serio o practicaban
una treta para celebrar el Día de las Brujas.

Hace mucho que la vivienda en Cuba no es problema, es catástrofe. A la
fecha, el fondo habitacional está muy lejos de satisfacer las
necesidades de la población, porque durante los años de socialismo, la
construcción y el mantenimiento de los inmuebles no ha sido prioridad
para el estado, que desde 1959 centralizó todo lo relacionado con la
actividad inmobiliaria y limitó el acceso a los materiales de
construcción que hubieran permitido la reparación de las viviendas
existentes. El mercado negro, la especulación y la corrupción han
encontrado un excelente caldo de cultivo alrededor de todo lo
concerniente a la construcción y reparación de viviendas en la Isla. La
infraestructura técnica y de servicios (alcantarillado, acueductos, red
eléctrica, etc.) que demanda el entorno comunitario no ha recibido la
debida atención. Por citar un ejemplo, el servicio de agua potable se ha
reducido a través del tiempo y la población lo ha resuelto a su leal
saber y entender, instalando dentro de las viviendas tanques con
capacidad para cincuenta y cinco galones que sirven como depósitos de
agua, creando la ilusión de que se tiene agua las 24 horas del día,
cuando en realidad solo reciben el preciado líquido unas pocas horas,
que puede ser en días alternos. También hay que tener en cuenta que en
Cuba cada huracán ha hecho de las suyas y lo que se ha destruido nunca
más se repara, con suerte, se remienda.

En el segundo semestre de 1959, la erradicación de los barrios
insalubres en ciudades principales como La Habana y Santiago de Cuba
fueron objeto de atención, pero poco tiempo después el proyecto se
detuvo. A la par se crearon las zonas congeladas, para garantizar
mejores condiciones de vida a los altos dirigentes del Gobierno y el
Partido en las antiguas áreas residenciales de mayor poder adquisitivo.
A través del tiempo, la sociedad cubana se ha ido estratificando como
nunca antes, y en correspondencia con la profundización y aumento de las
diferencias y desigualdades sociales y económicas, actualmente hay zonas
más congeladas que otras. Por ejemplo, la llamada zona cero donde está
el enclave de Castro.

En 1970, después del fracaso de la zafra de los 10 millones, en las
asambleas de catarsis que se acostumbra convocar en Cuba, para crear
ilusión de participación popular y liberar la tensión social acumulada
por situaciones extremas creadas por las decisiones del Gobierno, la
falta de vivienda se identificó como primera necesidad a resolver. Las
viviendas se habían subdividido interiormente, las familias construían
barbacoas, que nada tienen que ver con la carne asada en parrilla al
aire libre, sino con sub divisiones de los inmuebles que desafían los
cálculos originales de ingenieros y arquitectos para soportar la carga
de las paredes. La respuesta a la demanda de la población fue la
creación de las Microbrigadas para la Construcción de Viviendas. Si la
población quería viviendas, que las construyera, porque las que habían
dejado y continuaban dejando los que emigraban, eran para ser
distribuidas a discreción. El primer contratiempo de las Micro fue el
tiempo que se demoraban. Para construir un edificio de cinco plantas
tardaban, con suerte, de cinco a diez años. Los que construían no eran
constructores y los supervisores menos, por tanto no se cumplían las
normas técnicas de construcción y a los dos o tres meses de ser
habitados, empezaban a aparecer problemas con las instalaciones
hidráulicas y eléctricas. Lo más deprimente era el momento de la
asignación de la vivienda. En los centros de trabajo se hacían asambleas
en las que participaban todos los trabajadores y los solicitantes tenían
que justificar públicamente su necesidad de vivienda. Se llegaba a la
extrema humillación y, en la desesperación por lograr un sitio para
vivir, personas que habían convivido con cierto nivel de civilidad,
mostraban lo peor de la condición humana. Además, las viviendas no se
otorgaban solo a los que habían trabajado por años en la construcción
del edificio, podía suceder que la dirección política decidiera que la
necesidad de un dirigente definido como imprescindible, era mayor que la
de cualquier otro trabajador. En fin, como dice el refrán, el que parte
y reparte, se queda con la mejor parte. El movimiento de microbrigadas
decayó y se comenzó a utilizar por las administraciones y direcciones de
los centros de trabajo como forma de sacar a los trabajadores que le
estaban incordiando. A mediados de los ochenta, se volvió a retomar,
pero esta vez se concentró a los trabajadores en la zona de Alamar en el
este de La Habana. A principio de los ochenta se produjo el éxodo del
Mariel e internamente el Gobierno calculó que podría contar con algunas
viviendas adicionales. Pero la mayoría de los que se fueron por el
Mariel no dejaron casas ni apartamentos en la cantidad que oficialmente
se había previsto.

En el segundo quinquenio de los ochenta, no se habían construido
suficientes viviendas y las que se habían construido estaban presentando
serios problemas de reparación y mantenimiento. La falta de
mantenimiento del fondo habitacional construido antes de enero de 1959
agudizaba la escasez. El Mariel fue una conmoción política para la
población que comenzó a reclamar en las asambleas locales con los
delegados del poder popular a nivel de barrio. Las altas esferas
llegaron a la conclusión de que si el mantenimiento de la vivienda es
responsabilidad del dueño, había que otorgarle la propiedad de la
vivienda a los que la estaban viviendo y así el Estado no sería
responsable por la reparación y el mantenimiento. Era más fácil y menos
complicado hacer una ley que le otorgara la propiedad a los
usufructuarios, pero manteniendo el control sobre la propiedad. Es
decir, la Ley No. 65, Ley General de la Vivienda de diciembre de 1988,
en realidad no se hizo para encontrar una solución, si no para crear una
cortina de humo que desenfocara las quejas de la población sobre los
problemas de vivienda. Por ejemplo, para dar mantenimiento y hacer
reparaciones se necesitaban materiales que se vendían en cantidades
fijas a los titulares, previa autorización del Comité de Defensa (CDR) y
del delegado del poder popular correspondiente. Esas autorizaciones no
garantizaban que después de una larga fila, que podía ser de semanas, se
lograra adquirir los materiales solicitados. Pero, si se lograba un
contacto en el mercado negro por un precio muy superior, los materiales
se podían adquirir.

Esta nueva ley tiene algunas palabras claves que son interesantes.
Primero, el Estado tiene que autorizar al que compra y al que vende.
Segundo, todas las transacciones tienen que ser a través del Banco
Central de Cuba y se debe depositar la cantidad de dinero total.
Tercero, se autoriza a comprar y vender a las personas naturales cubanas
con domicilio en el país y los extranjeros residentes permanentes en el
territorio nacional. Los dos primeros puntos no descentraliza la acción
de compra-venta: el Estado sigue en completo y absoluto control. Lo
novedoso es el tercer punto. El Gobierno cubano ha hecho una
estratificación de los ciudadanos cubanos. Actualmente hay un grupo de
cubanos a los que se le ha otorgado el PRE (Permiso de Residencia en el
Exterior) bajo ciertas condiciones: deben viajar al territorio nacional
antes de once meses y pagar una cantidad mensual en dólares o euros, la
cantidad de este impuesto depende del país donde residen, y que pueden
abonar en un solo pago en el consulado cubano antes de viajar a la Isla.
A este grupo se les considera personas naturales residentes con
domicilio en el país porque en sus pasaportes no se les ha estampado el
sello de salida permanente. En ese grupo hay quienes han tenido éxito y
han hecho capital, algunos tienen familia en la Isla y quisieran
mejorarle las condiciones de vivienda, aunque no piensen regresar a
vivir allá. A diferencia de otros países, las leyes en Cuba se diseñan
para perjudicar o beneficiar a un grupo específico y no con una
intención generalizadora de solucionar un problema. Hasta que no se
demuestre lo contrario, con esta ley el Gobierno cubano piensa haber
hallado otro filón para seguir manteniendo del narigón y extorsionando a
los cubanos, refrendando privilegios y desigualdades sociales que cada
vez son más notorias en Cuba.

http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/vender-y-comprar-vivienda-en-cuba-270569

Monday, November 14, 2011

Aguas albañales por años

Aguas albañales por años
Lunes, 14 de Noviembre de 2011 00:00
Ainí Martin Valero

Regla, La Habana, (PD) Las aguas albañales corren desde hace más de un
año en la calle 27 de Noviembre, en el municipio Regla, al este de La
Habana.

Vecinos del lugar, consultados por Primavera Digital, manifestaron que
varias veces han planteado el problema en las Asambleas de Rendición de
Cuentas del Poder Popular.

María, una señora que por la puerta de su vivienda corren las aguas
pestilentes, comentó: "Llevamos casi como dos años con esta situación,
los niños no pueden jugar en la calle, la peste es insoportable, pero a
nadie le importa".

La fosa reventada de la cual emanan las aguas albañales está en la calle
Maceo, frente a la parada de ómnibus. Esta agua pestilente, que se
acumula en la calle 27 de noviembre, corre por el frente de la Empresa
de Comunales, quien supuestamente debe de responsabilizarse con el problema.

"Como los trabajadores de Comunales no viven aquí, no les interesa. Es
una falta de respeto de la administración, que lleva mucho tiempo con
este problema delante de ellos y no hacen nada para resolverlo",
manifestó Ramona, otra de las vecinas perjudicadas.

La administración de Comunales da como excusa que el carro cisterna,
encargado de recoger los desechos de la fosa, está roto.

ainimv@yahoo.com

http://primaveradigital.org/primavera/noticias/sociedad/2647-aguas-albanales-por-anos

Esta es mi casa, Fidel!

Cambios, Viviendas

¡Esta es mi casa, Fidel!

Un decreto que da término, o al menos un buen respiro, al contrapunteo
de lo privado y lo público en la regulación de un tema tan sensible como
lo es el inmobiliario

Haroldo Dilla Alfonso, Santo Domingo | 14/11/2011

Muchas veces he alertado de no incurrir en la tributación gratuita de
aplausos antes de que los cirqueros de La Habana hagan su maroma lo cual
parece ser una tozuda mala práctica de nuestros tecnócratas, siempre
confundiendo deseos con realidad.

Pero ahora creo que vale la pena aplaudir, porque la maroma —el decreto
288 que autoriza la compraventa de viviendas entre particulares— es un
paso positivo y sustancial. Filosóficamente no es gran cosa, pues eso de
permitir a la gente que venda lo que es técnicamente suyo, suena a
redundancia enigmática, como aquello de dejar que la gente adquiera un
celular o compre una computadora. Pero ya es tiempo de que nos
acostumbremos a la idea de que la patria es en muchos sentidos única, no
por excepcional (como gustan argumentar nuestros académicos cuando no
pueden explicar algo), sino por ofuscada. Y por eso el decreto ha traído
tantos aplausos, vítores y predicciones optimistas: abre una ventana
entre mucho humo acumulado.

Yo no soy tan optimista, pero aun así aplaudo. Creo que todo lo que en
la actualidad permita a la gente en Cuba ser más libre, menos
controlada, más capacitada para manejar variables de sus vidas
cotidianas, es positivo. Aun cuando se trate de acciones fragmentadas,
que como veremos generan otra cantidad de sufrimientos y frustraciones
entre aquellos que nuestros tecnócratas llaman compasivamente "los
perdedores". Pero son acciones inevitables en el desmontaje de ese
sistema arcaico que algunos críticos izquierdistas llaman Capitalismo de
Estado (para diferenciarlo del socialismo) y yo prefiero referenciarlo
al faraónico Modo de Producción Asiático, simplemente para respetar
—como Marx hizo en su tiempo— al capitalismo.

Este decreto no es ninguna sorpresa. Matices más o menos, se inscribe en
la lógica que ha estado siguiendo la actualización del
General/Presidente y que da término —o al menos un buen respiro— al
contrapunteo de lo privado y lo público en la regulación de un tema tan
sensible como lo es el inmobiliario. Traspasa el asunto al ámbito
privado/mercantil y ofrece a "los ganadores" (me fascina la jerga
neoliberal de nuestros tecnócratas) la oportunidad de ingresar a buenas
casas de los mejores barrios de la capital. Es decir, un mercado para
consumir y realizar sus cuantiosas ganancias, como antes lo hizo con
respecto a los hoteles, los teléfonos celulares, los automóviles; y con
seguridad lo va a seguir haciendo con el derecho a turistear, la próxima
medida relevante de la actualización raulista.

Pero los bienes inmuebles son mercancías muy peculiares. Dado que
mezclan sus valores de usos con los valores de cambio, son muy
caprichosos. Y entre sus caprichos está la fascinante cualidad que
tienen eventualmente de apreciarse según son consumidos. Por
consiguiente, lo que se ofrece a la protoburguesía cubana es un terreno
virgen para la inversión y la acumulación, para convertir los tesoros en
capitales y de paso para incorporar al tándem mercantil a un sector de
corredores de inmuebles que han acumulado inmensas fortunas vendiendo a
la población tres cosas que la población ha carecido sistemáticamente:
información, acceso a los que toman decisiones y libertad para decidir
sobre sus propiedades.

Hipotéticamente pudiéramos decir que esta apertura del campo
inmobiliario será el laboratorio social por excelencia para la
reconstitución, consolidación y maduración de un sector de la nueva
burguesía cubana que hasta el momento había estado signada por el
estigma de la ilegalidad. Que incluso tenderá a reconquistar viejos
barrios de abolengo —Miramar, Nuevo Vedado, Kholy— donde convivirá con
los sectores burgueses emergentes desde el Estado y compartirá su nuevo
hábitus clasista.

Pero nunca podría omitirse el efecto devastador que todo esto pudiera
tener en los sectores populares.

Hay un dato cierto: la única riqueza que posee la mayoría de las
familias cubanas es su casa. Durante décadas, aunque eran propietarios
formalmente, no podían venderlas, sino solo trocarlas tal y como
corresponde a una sociedad mercantil simple. El decreto 288 les da la
oportunidad de venderlas, lo cual debe producir un reajuste de espacios
que solo eventualmente se correspondería con las necesidades, y en lo
fundamental se corresponderá con el dinero. Y, esta es la versión alegre
del asunto, la circulación entre la población de más dinero que podrá
ser empleado en el fomento de pequeños negocios, que generarán una
suerte de capitalismo popular, de "otro sendero" de pequeños propietarios.

Pero las cosas pudieran también ser de otra manera. La liberalización va
a poner a disposición del capital inmobiliario en formación una miríada
de propietarios de casas, que no dudarán en vender sus viviendas con la
ilusión de establecer pequeños negocios redentores, que, como es sabido,
padecen de tasas pasmosas de mortalidad. Y en consecuencia, en muy poco
tiempo, pudiéramos tener muchas familias sin viviendas, más hacinadas
que nunca y sin negocios.

En esto la actualización raulista hace con los propietarios de viviendas
lo que hace con toda la población —como consumidores, propietarios o
trabajadores— cuando la expone a la voracidad del capitalismo en
formación sin que tengan las posibilidades de defenderse mediante
organizaciones autónomas, apoyo estatal y un marco legal adecuado. De
manera que la misma falta de libertad y democracia que ayer garantizó la
reproducción de la "dictadura del proletariado", hoy le hace el trabajo
sucio a la restauración capitalista.

Si el Estado cubano quisiera realmente dar un paso memorable, no
limitaría su acción a la apertura mercantil del fondo inmobiliario, sino
que establecería los colchones sociales de rigor. Ante todo, una
ventanilla de créditos a bajos intereses y de provisión de materiales de
construcción y servicios técnicos a toda una franja de la población que
estaría interesada en conservar y mejorar sus casas, y pudiera hacerlo
con apoyo estatal. Tal y como ocurre en muchas sociedades capitalistas,
no por capitalistas, sino por sociedades. No olvidemos que durante todo
este período de estatalización extrema y represión de las iniciativas,
más de la mitad del fondo nuevo de viviendas fue construido por la
actividad privada. Y aunque es cierto que en muchos casos fueron
construidas viviendas con estéticas deplorables y baja calidad
constructiva, el Estado hizo lo mismo a gran escala en sus guetos de
edificios múltiples. Legando así a la Habana barrios feos, sucios y mal
conectados, donde la gente sobrevive a falta de otras opciones.

En este mismo sentido, sería provechoso el fomento de asociaciones y
cooperativas independientes para gestionar los espacios en que viven,
con sus viviendas incluidas, y que incluso podrían acceder a
financiamientos internacionales disponibles para estos fines. De hecho
en los 90, durante aquella fase en que la clase política sufría un feliz
aturdimiento, muchas comunidades urbanas avanzaron a codazos en esta
dirección y se realizaron proyectos avanzados que luego sucumbieron
entre las asechanzas de los comités del partido, los consejos populares
y la policía. Los casos de El Condado en Santa Clara y de Atarés en La
Habana son dos experiencias que vale la pena examinar.

Por todo eso, aplaudo moderadamente y sin vítores. Que, como dice un
refrán gallego, a fortuna adversa no hay casa enhiesta.

Y aquí, reconozcámoslo, son muchas las adversidades. Y la mitad de las
casas a duras penas están enhiestas.

http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/esta-es-mi-casa-fidel-270480

Compraventa de viviendas en Cuba, ¿un sueño hecho realidad?

Viviendas, Cambios

Compraventa de viviendas en Cuba, ¿un sueño hecho realidad?

Expertos creen que la apertura del mercado inmobiliario atraerá dinero,
particularmente de exiliados cubanos que quieren mejorar las condiciones
de vida de sus familiares que viven en la Isla o incluso que puedan
apostar a que en un futuro puedan volver a su país

Agencias, La Habana | 14/11/2011

"Vendo mi casa", exclamó a viva voz la cubana Margot mientras hacía cola
en una notaría de La Habana para negociar su vivienda, algo que era
impensable en un país donde este trámite fue ilegal durante más de cinco
décadas.

Al igual que la empleada estatal de 54 años, muchos Cuba apenas creen
que desde la semana pasada pueden obtener dinero de su propiedad o
comprar vivienda, tal vez la medida más popular de las más de 300
emprendidas por el presidente Raúl Castro para mantener a flote la
economía, informó Reuters.

Quienes han vivido con la prohibición de comprar y vender libremente
cualquier cosa desde la revolución cubana de 1959, hoy celebran el
cambio que sigue al permiso de negociar autos y otras aperturas para
estimular los negocios privados.

"Esto es el ahora o nunca. Es una oportunidad y hay que arriesgar para
conseguir mejorar en la vivienda", dijo Margot, quien amaneció el jueves
en una notaría para vender su casa grande y comprar otra pequeña a
cambio de dinero cuya cuantía no quiso revelar.

Más del 80 % de los 11,2 millones de habitantes de la Isla son dueños de
sus viviendas, por las que pagaron al Estado bajísimos precios en moneda
nacional y en pequeñas cuotas mensuales de alrededor de 50 pesos cubanos
(unos dos dólares al cambio actual).

Pero conseguir nuevas viviendas no es fácil y el mismo Gobierno ha
admitido que Cuba sufre un déficit habitacional de más de 600.000 unidades.

Hasta la entrada en vigor de la nueva resolución, los cubanos solo
podían intercambiar sus casas con similares características en un
mecanismo que se conoce como "permuta".

Ahora, con el título de propiedad en mano, los interesados deben acudir
ante notario público y se les ha ampliado la gama: pueden comprar,
vender, permutar, donar y adjudicar su vivienda por divorcios,
fallecimientos o salidas definitivas del país, según la resolución.

Una novedad es que los que decidan residir fuera de la Isla no están
obligados a entregar su casa al Estado, como ocurrió durante medio
siglo, sino que tienen derecho a vender o donarla antes de viajar.

Quieren dinero

"La permuta ahora se pone difícil, la gente lo que quiere es vender para
tener algún dinero. Hay quien tiene una casa grande pero no tiene qué
comer", dijo Santiago, un agente inmobiliario que pasó horas desde hace
años en el céntrico Paseo del Prado, en La Habana, trabajando en una
especie de bolsa informal.

Pero el jueves por la mañana, el Paseo del Prado, donde a menudo llegaba
gente de todos los municipios de La Habana y hasta de otras provincias
para buscar "permutas", estaba casi desolado.

Unos pocos carteles rústicos describían casas en venta o propuestas de
intercambios.

La compraventa funcionaba de forma ilegal y, por consiguiente, con pocas
garantías para las partes. Corregir la galopante corrupción que eso
generó y que llevó a sobornos a más de un funcionario es uno de los
objetivos de la medida.

Muchos cubanos la esperaban desde que Raúl Castro reemplazó a su
convaleciente hermano Fidel en 2008 y les pidió que expusieran sus
quejas y problemas en reuniones a los que los convocó en centros de
trabajo, estudio o barrios.

Según Santiago, "la permuta" va a desaparecer porque a la gente lo que
le interesa es el dinero.

"Unos para irse de Cuba y otros para quedarse. Ayer empecé un negocio
con el dueño de una casa en la playa de Guanabo pero el tipo quiere
100.000 euros por su casa", dijo frunciendo el ceño, en alusión a los
bajos salarios en la Isla.

Su comentario sacó a relucir ciertas realidades a las que se enfrentarán
en lo adelante los cubanos: poco dinero para comprar o ventas que
demoren mucho tiempo por precios que pocos estén dispuestos o puedan
pagar en un país donde el salario promedio es de 410 pesos (unos 18
dólares) mensuales.

Un apartamento de tres habitaciones en el céntrico barrio del Vedado
costó a su dueño 18.000 pesos cubanos (alrededor de 750 dólares),
cantidad que pagó cómodamente en plazos al Estado. Pero ese propietario
ahora podría quizás intentar vender el mismo apartamento en unos 40.000
dólares.

Cubanos exiliados, la esperanza

La esperanza, en parte, serían los cubanos que viven en el exterior o
extranjeros interesados en tener bienes en la turística Isla.

"Ahora viene gente que quiere comprar apartamentos chiquitos por 4.000 o
5.000 dólares, pero las ofertas que traen aquí superan en varios miles
esa cifra", dijo un poco abrumado Arístides, otro agente inmobiliario
informal.

"Figúrate tú, quién en Cuba tiene ese dinero", se preguntó. "Nadie", se
respondió unos segundos después.

No obstante, dijo que algunos se le acercan porque tienen familiares en
Estados Unidos que quieren invertir en la Isla.

Las medidas de permitir la compraventa de viviendas y coches llegan en
un momento en el que el Gobierno trabaja en una esperada reforma
migratoria, un pedido a gritos en los últimos años.

Expertos creen que la apertura del mercado inmobiliario atraerá dinero,
particularmente de exiliados cubanos que quieren mejorar las condiciones
de vida de sus familiares que viven en la Isla o incluso que puedan
apostar a que en un futuro puedan volver a su país.

De darse ese flujo de capital, tendría amplia repercusión para la
economía cubana por la inversión de dinero en remodelaciones y
construcciones que se traduciría en más recursos para colocar en
negocios privados, agregaron.

"Uno de mis clientes quiere vender un apartamento que no usa en unos
10.000 dólares. Dice que con la mitad puede hacer una cafetería 'con
todas las de la ley'", dijo Arístides, el agente ilegal.

http://www.cubaencuentro.com/cuba/noticias/compraventa-de-viviendas-en-cuba-un-sueno-hecho-realidad-270473